La narrativa argentina ocupa sin duda un lugar de privilegio, y no sólo en el panorama de lo que se ha escrito en español en el siglo, sino que su importancia rebasa los marcos geográficos y lingüísticos. Y en el cuento donde alcanza momentos de insuperable perfección: es inevitable convocar a la página el nombre de Borges, pero también es necesario decir que no se acaba allí en el cuento argentino. Sin embargo, por las dificultades que imponen la distancia y el atomizado mundo del libro, los escritores más recientes no son conocidos en nuestro país. Un ejemplo de esto es Alejando Manara (Buenos Aires, 1954), cuyo primer libro de cuentos, Tigre Hotel, publicado en 1993, recibió elogios de la crítica y tuvo éxito de público en Argentina sin que los lectores mexicanos oyeran hablar de él.