¿Por qué comparar dos poéticas lejanas si no es para encontrar que los lazos humanos disuelven fronteras temporales, geográficas e incluso cognoscitivas? Si bien el trovar occitano medieval "murió", su inmanencia poética le permite perpetuarse en el tiempo. Hoy, el idioma occitano vuelve a escucharse en las aulas de los liceos y de las universidades como lengua regional. Hay publicaciones, estaciones de radio y de televisión y un Centro de Estudios Occitanos en Toulouse. Los jarochos del Sotavento veracruzano, por su parte, han erigido en los últimos veinte años, y a través del Movimiento Jaranero, el son como una bandera. En la actualidad el son jarocho goza de cabal salud: tiene distintas corrientes -desde la más tradicional hasta la más vanguardista-, posee una gran difusión en encuentros y en medios y está ejerciendo, aunque a menudo sin apoyos institucionales, un impacto local, nacional y global. Más aún, a través de esta efervescencia está creando escuela y perpetuándose, también, en el tiempo. Por ende, el imperativo de este trabajo es impulsar este movimiento al aportar distintas rutas de investigación, en este caso la dimensión lírica y lúdica de la poesía, a la par que reflexionar sobre la identidad regional, el poeta como sujeto y elemento colectivo y los distintos escenarios en los cuales halla su arte en nuevos tiempos y espacios.