Como escritor y pensador libre, Bataille exige de su lector un posicionamiento idéntico. Sus textos no se abordan por puro divertimento ni convencionalismos, sino con cierta gravedad existencial, despreocupada y seria, con quien se juega la vida en cada página. Algunos pensarán que esto es pretencioso, mientras otros creerán que es irresponsable e inconsciente... y todos tendrán razón. Para Bataille no hay cálculo de futuro que valga, pues la soberanía del individuo se juega en el presente. Rechaza la trascendencia y el sistema cerrado -la encarnación de la muerte simbólica más elocuente y alienante-: perder la vida que se conjuga al presente por proyectarse en el futuro (vivir con hombres mustios y marchitos) es un perfecto sinsentido, un miserable cálculo de individuos que han vendido su alma al Diablo aceptando a cambio el equívoco confort de la enajenación.