La historia de la narrativa breve mexicana había dejado en suspenso el aporte de los creadores del periodo 1805-1810.
Alfredo Pavón, guiado por las indagaciones de Francisco Rojas González, Luis Leal y Emmanuel Carballo, fue a las páginas del Diario de México y el Semanario Económico de México. Sobre noticias curiosas y eruditas de agricultura, medicina, minerfa, comercio y demás ciencias naturales, artes, oficios, literatura, etc. para encontrarse con ese aporte, recuperando, además, el de los autores del siglo XVIII, bien resguardado por la Gaceta de México y noticias de Nueva España, la Gazeta de México y el Archivo General de la Nación.
Cruzó miradas, entonces, con el costumbrismo, el neoclasicismo y el romanticismo. También con el minicuento, minirelato, cuento, relato, diálogo, pensamiento, hagiografía, soliloquio, prosa poética, apotegma, refrán, sentencia, aforismo, proverbio, fábula, sátira, instructivo, receta, inventario, anuncio publicitario, apólogo, epigrama, biografía imaginaria; no así con el relato largo y la novela corta, cuyo nacimiento vendría con los años. De esos encuentros nació La narrativa breve en México (1805-1810), homenaje, en dos tomos, a los excluidos y a sus incontables noches clandestinas, cuna del desasosiego y el olvido.