Elizabeth Bishop dijo que el arte de perder no es difícil de lograr. Que hay que perder una cosa cada día, que hay que saberse desprender de lo perdido, que de todas maneras nació quebrado en el intento. En este su nuevo libro, El arte de perder, Pedro Ángel Palou abona en una deliciosa carrera en el ensayo literario.
El juego doble de esta propuesta no podía ser más sugerente: se revisan los diarios de autores sobre la escritura de sus novelas ‒en particular, André Gide y John Steinbeck‒ para ir desmenuzando con el lector la imposibilidad de escribir una novela sobre el olvido y la demencia.
Esa novela jamás escrita ‒que parece apartado de Mecedonio Fernández‒ es complementada en la segunda parte del volumen con una exploración de la novela como trauma y del narrador como textigo, que se va desmenuzando en brillantes capítulos compuestos exclusivamente de aforismos. Por su reticencia a la teoría, Palou propone aquí una poética de la novela contemporánea plena de provocaciones e iluminaciones.