En su extenso poemario anterior, Filipinas, textos cercanos, Tomás Calvillo, de acuerdo a las palabras de Javier Sicilia, realiza “una exploración espiritual que, nacida de las experiencias más diversas, abre resquicios en medio del tiempo para que podamos contemplar el lugar en el que todo reposa y adquiere sentido”; en Tabing Dagat. Junto al mar, también escrito en el lejano archipiélago, vemos un ahondamiento de esta exploración, en la que se acentúan de manera notable las cualidades materiales de dichas experiencias. Esto se realiza en poemas que, si bien conservan la verticalidad y la difícil sencillez que caracterizan la poesía de Calvillo, nos remiten a una manera de construir imágenes y de relacionarlas que en mucho se asemeja a la pintura y su materia. Un procedimiento en el que se busca hacer visible lo más inmediato: el cuerpo, el propio cuerpo, sus paradojas, sus paisajes interiores y externos, sus demoliciones y extensión.