Conocí a David Meza en octubre de 2014, cuando El Gaviero publicó el texto íntegro de El sueño de Visnu y visitó España para presentarlo, y supe más sobre él y su escritura. No conocía a la mujer ni a la montaña ni a los pájaros azules -puede que sí los de los versos de Bukowski, en un pecho que late- ni al corazón. Tampoco nada sobre el cielo ni sobre los ojos; tampoco sobre el brazo o la carne o la piel o los dedos o las piedras. No leí las líneas de la palma de su mano, descritas entre sus versos, como juego de niños. David Meza es un dios que mueve los hilos de las existencias: el sol se oculta a su antojo, las palabras significan lo que él desea. A pocos poetas he leído como él, altos y celestiales, convenciéndome de las posibilidades del lenguaje, de la poesía y de la mirada: los poemas de Meza me transforman en superheroína ¿Pero te llamas David Meza, casa encendida, poema que encierra un mundo? ¿Eres inmortal, aunque quieras "que los poetas le tenga miedo a la inmortalidad y a la permanencia"? ¿Eres inmortal, contéstame, igual que un demiurgo que habita otra galaxia o que los poetas que viven en tus poemas? ¿Quién eres, David Meza?
Elena Medel.