Desde pequeño, Juan José Arreola (1918-2001) se desempeñó en oficios tan diversos como relojero, aprendiz de encuadernador y de impresor, panadero, maestro, carpintero y empledo de un molino de café. Además de practicar el ciclismo, el ping-pong y el ajedrez fueron algunas de sus pasiones. Fue becario de El Colegio de México (1946) y del Centro Mexicano de Escritores (1952). Encabezó la compañía teatral Poesía en Voz Alta (1965) e inició talleres literarios en sitios como la Casa del Lago, que estuvo a su cargo de 1959 a 1962. Dirigió, con Arturo Rivas Sainz, la revista Eos (1943) y, junto con Antonio Alatorre, Pan (1945). Después de un fugaz pero trascendente viaje a París, donde estudia arte dramático, trabajó como editor y traductor en el Fondo de Cultura Económica.
Además, publicó autores hoy imprescindibles para nuestra literatura en las colecciones Los Presentes, Libros y Cuadernos del Unicornio, la revista Mester y las ediciones del mismo nombre. En 1963 recibió el Premio Xavier Villaurrutia por su novela La feria. Su obra narrativa está contenida en Varia invención (1949), Confabulario (1952), Bestiario (1958) y Palíndroma (1971), pero su prodigioso donde conversador desplegó un sinfín de parlamentos y monólogos, algunos de ellos transmitidos por televisión, que han sido recogidos por la prensa escrita en antologías y en los textos autobiográficos, Memoria y olvido. Vida de Juan José Arreola (1920-1947) y El último juglar. La oralidad enriquece la obra del escritor jalisciense, que dijo al respecto: Yo hablo como escribo y escribo como hablo.
Arreola en voz alta reúne casi una treintena de entrevistas compiladas por uno de sus discípulos, Efrén Rodríguez, quien señala: sin lugar a dudas será de gran utilidad para maestros de literatura e investigadores de la cultura, pero sobre todo y más que nada para todos los lectores que deseen participar y gozar de esta inigualable fiesta del lenguaje y la memoria.