Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 04 oct 2018 09:44
En el siglo xviii, el fraile franciscano Manuel Antonio Rivas se dio a la tarea de escribir y publicar un relato de viaje a la Luna, Sizigas y cuadraturas lunares (1775), en donde se encontraba con una sociedad utópica. El fraile fue acusado de herejía y llevado al Tribunal de la Inquisición; años más tarde fue absuelto de los cargos que se le imputaron por la publicación de esta obra.
Miguel Ángel Fernández, entre otros autores, ubica el origen de la ciencia ficción en México con la publicación de la obra del fraile. Fernández apunta que, aun cuando los críticos anglosajones han situado el surgimiento de la ciencia ficción moderna en 1818, con Frankestein, de Mary Wollstonecaft Shelley, la obra del fraile cumple no sólo con las características de aquello que se ha conocido como protociencia ficción, sino que incluye rasgos de lo que se ha definido propiamente como ciencia ficción moderna. Si se considera la definición del género de Brian Aldiss, quien ubica, por vez primera, el nacimiento de este género en 1818, dice Fernández, se advertirá que el cuento de Rivas conjunta los elementos que dan origen a una obra contemporánea de ciencia ficción: la búsqueda por la definición del hombre y su posición en el universo basada en el avance, aunque sea confuso, del conocimiento científico.
Sebastián Camacho Zulueta escribió en el primer número de El Ateneo Mexicano, revista publicada por una sociedad literaria y científica que llevaba el mismo nombre, creada en 1840 en la ciudad de México, un artículo sobre el daguerrotipo y otro sobre los globos aerostáticos. En el mismo número, con el seudónimo Fósforos Cerillos, escribió el cuento “México en el año 1970”, en el que imaginó la aplicación y la utilidad, en el futuro, del par de inventos sobre los que había escrito.
También en el siglo xix destaca Pedro Castera, con sus cuentos “Un viaje celeste” (1870) y “Querens” (1890). A principios del siglo xx, Eduardo Urzáiz, publicó la que se ha considerado como la primera novela de ciencia ficción, Eugenia (esbozo novelesco de costumbres futuras) (1919).
Quizá uno de los autores de finales del siglo xix y principios del xx más representativos del género es Amado Nervo, quien, en sus cuentos y poemas, aborda temáticas relacionadas con viajes espaciales. Para algunos críticos, el cuento “La última guerra” (1906) inaugura el género de ciencia ficción en México. Entre muchos otros relatos, el narrador y poeta escribió “El donador de almas”(1902), “Yo he estado en el espacio”(1905), “El gran viaje” (1917).
Otros aportes importantes de la primera mitad del siglo xx son “La conquista de la luna” (1917), de Julio Torri; “Cómo acabó la guerra en 1917” (1917), de Martín Luis Guzmán; "La vuelta al mundo en 24 horas": novela futurista (1928), de Carlos Samper; “Mi tío Juan” (1934), de Francisco L. Urquizo; “Cinq Heures sans Coeur” (1938), de Enrique González Martínez; “Troka, el poderoso”, de Germán List Arzubide (1938).
Algunos autores no considerados dentro de este género hicieron también importantes contribuciones. Entre otros, Juan José Arreola escribió los cuentos “Baby HP” y “Anuncio”, incluidos en Confabulario (1952) y Carlos Fuentes dio a conocer “En defensa de la trigolibia” y “El que inventó la pólvora”, en Los días enmascarados (1954).
En los años sesenta y setenta se realizan varios intentos para impulsar la literatura de ciencia ficción en México, con algunos logros. Es el caso de Crononauta (1964) revista de ciencia ficción y fantasía, editada por René Rebetez, nacido en Colombia y radicado en México, y el chileno Alejandro Jodorowsky, con colaboraciones, en su mayoría, de autores nacidos en México. En 1968 se publicó el libro "Mexicanos en el espacio", de Carlos Olvera, y La nueva prehistoria y otros cuentos, de René Rebetez.
Pero, a decir de Gabriel Trujillo, es en la década de los ochenta cuando la literatura de ciencia ficción arranca de manera definitiva. La instauración del Premio Puebla*, en 1984, dedicado a conocer anualmente lo mejor de esta literatura, marca una pauta importante en el desarrollo de la narrativa de ciencia ficción.
Los jóvenes reunidos en torno de este proyecto tuvieron, entre sus propósitos, trabajar una literatura de ciencia ficción alejada de esquemas anglosajones, que se erigiera con rasgos propiamente mexicanos.
Una de las contribuciones más importantes es la novela "La primera calle de la soledad" (1993), de Gerardo Horacio Porcayo. A partir de la publicación de esta novela aumentó la creación y difusión del género en ciudades como Puebla, Guadalajara, Tijuana, Mexicali, Tlaxcala y la ciudad de México.
Los autores de literatura de ciencia ficción buscan alejarse de etiquetas, incursionando en las fronteras entre los géneros. Estos autores disfrutan de cierta libertad, que los vuelve altamente propositivos, debido a que no se insertan en las demandas del mercado, sino aspiran a la búsquedas personales más profundas. En años recientes, la ciencia ficción, el terror y la fantasía están empezando a ser aceptadas como parte de la escena literaria.
Varios grupos han contribuido al desarrollo de esta literatura. Es el caso de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía (amcyf). Por su parte, los integrantes del Círculo Independiente de Ficción y Fantasía (ciff) han organizado eventos en Puebla, la ciudad de México y Tlaxcala; montaron un taller de nuevas literaturas y, con la Universidad Autónoma de Tlaxcala, lanzaron el concepto del Festival Internacional de Ficción y Fantasía, el cual se realiza cada año en la ciudad de Tlaxcala.
Ha habido en México numerosas publicaciones dedicadas a esta literatura, no todas de la misma calidad o permanencia. Algunas han sido sólo intentos de pronto acabaron, por distintas razones.
Una de las empresas editoriales, en general, más importantes ha sido la de Federico Schaffler, quien ha publicado, desde 1996, en Nuevo Laredo, México, la revista Umbral, que incluye principalmente ciencia ficción mexicana. Este escritor también publicó tres antologías de literatura de ciencia ficción mexicana contemporánea, "Más allá de lo imaginado i", ii y iii (1991,1991 y 1994), así como la antología temática del quinto centenario de la llegada de Colón a América, "Sin permiso de Colón" (1993).
Otras revistas importantes han sido Estacosa, dirigida por Mauricio-José Schwarz e iniciada en 1991 y Asimov, editada por José Zaidenweber y Salomón Bazbaz, de 1994. En las últimas décadas han proliferado las revistas o fanzines electrónicos, entre los que se encuentran La langosta se ha posado y Golem. Son varios autores mexicanos dedicados a esta literatura. Héctor Chavarría es escritor de cuentos de terror y ciencia ficción. Promovió un experimento literario que eslabonó los Mitos de Cthulhu, de H. P. Lovecraft con las leyendas mexicanas.