Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 14 nov 2018 13:20
En 1977, Octavio Paz recibió el Premio Nacional de Letras. Por tal motivo, el periodista Julio Scherer le hizo una entrevista aparecida en los números 57 y 58 de la revista Proceso. Los encabezados rezan: “Octavio Paz: ‘La conciencia es lo contrario de la razón de Estado’ ” (del 5 de diciembre) y “Octavio Paz: ‘Veo una ausencia de proyectos. Las ideas se han evaporado’ ” (del 12 de diciembre). Algunas de las ideas de Paz en esta entrevista provocaron una reacción inmediata, negativa, de Carlos Monsiváis. Así se originará, a decir de muchos críticos, “la polémica más importante de los últimos diez años”, que se extiende hasta el 23 de enero de 1978.
En la entrevista, Paz habla de la misión del intelectual como tal y de su misión política. Ataca a la derecha y a la izquierda mexicanas. Dice que no se considera anticomunista, pero que la izquierda sufre “una suerte de parálisis intelectual”, y se considera “enemigo de la burocracia que ha convertido a la urss y a otros países “socialistas" en ideocracias totalitarias”; además, para Paz, el socialismo verdadero es inseparable de las libertades individuales y del pluralismo.
En esta misma entrevista, Octavio Paz aprovecha para responder a José Joaquín Blanco, quien en La Onda del 4 de diciembre había escrito que Paz era “una estatua hecha con la flor pero no con las raíces, con el prestigio pero no con los riesgos de otros hombres y movimientos. Paz es una estatua endomingada”. Octavio Paz responde a Blanco con el siguiente argumento: “El blanco de Blanco son las estatuas. Está bien, pero hay que distinguir entre el picapedrero iconoclasta que las derriba y el perrito incontinente que orina a sus pies”.
Además, Paz alude a unos “jóvenes radicales”, que en el suplemento de Siempre! se dedicaron a denunciar “la posición de los intelectuales liberales”, y que mezclaron la posición de Paz con la de Carlos Fuentes y Fernando Benítez, según dice Paz: “para arrojarnos al mismo infierno histórico", ya que Fuentes y Benítez se habían afiliado al echeverrismo. Paz, aunque luego se arrepentiría, había también opinado favorablemente sobre Echeverría.
Octavio Paz concluye que hay ausencia de proyectos a nivel mundial: “asistimos al ocaso de las utopías, lo mismo las capitalistas que las socialistas”.
En Proceso número 59 aparece la “Respuesta a Octavio Paz” de Monsiváis, cuyo interés es consignar sus desacuerdos con la línea interpretativa de la realidad mexicana “trazada, sustentada y legislada por Octavio Paz". Afirma que el talento de Paz, a pesar de ser universal, no es omnisciente, “aunque él suela pretender dogmáticamente el monopolio de la discrepancia”. Retoma el reproche de Paz contra esos “jóvenes radicales” del sumplemento de Siempre! (1972), –que son el mismo Monsiváis, Carlos Pereyra, Héctor Manjarrez, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín– y afirma que en ese suplemento ni hay mezcla de distintas posiciones ni hay ataque contra Paz ni cargos contra Fuentes o Benítez: “Nadie condenó a Paz –dice– a infierno histórico alguno: él es, por el contrario quien destierra del Edén (me imagino que el Edén de la alta cultura) a los ‘desfachatados’ que –cita a Paz–, ‘merodean por las afueras de la literatura’ ”.
Insiste en que Paz utiliza un sistema de generalizaciones que lo conduce a inexactitudes. Tacha a Paz de “mentalidad autoritaria” y de querer, por tener razón en parte, tener razón en todo. Ataca sus posturas con respecto a la izquierda y la derecha mexicanas. Monsiváis afirma, por ejemplo, que en 1977 “es muy difícil sostener que la izquierda ‘sufre una suerte de parálisis intelectual’, y que la izquierda, con todas sus limitaciones, ‘sigue siendo la alternativa más coherente y valiosa para el país”. Reprocha a Paz que en Vuelta haya considerado al imperialismo norteamericano como un “chivo expiatorio”. Concluye diciendo que, al contrario de lo que piensa Paz, la derecha mexicana tiene un proyecto nacional: seguir siendo reaccionaria y retrógrada.
El 21 de diciembre, desde el diario Unomásuno, Luis González de Alba critica la actitud de Paz con respecto a la izquierda, aunque afirma que si el poeta se refería sólo a los grupos de intelectuales de izquierda que él trata, retira lo dicho: “Pero la izquierda es algo más que eso, y hubiera sido necesario aclararlo en la entrevista”. En el mismo diario, el día 26, Juan Garzón Bates afirma que con esta polémica se abrirá “el debate político-ideológico del que estamos ayunos”. Dos días después, Blanco vuelve a atacar a Paz desde Siempre! Afirma que el poeta, con su postura estética, consigue “un mandarinato intelectual mucho más autoritario y suntuoso que muchos cacicazgos”.
En sus “Aclaraciones y reiteraciones” (Proceso número 61), Paz responde a los ataques de Monsiváis, González de Alba y Blanco. Afirma del primero que “si mi pecado es ‘la manía generalizadora’, el suyo es el discurso deshilvanado, hecho de afirmaciones y negaciones sueltas. Monsiváis no es un hombre de ideas sino de ocurrencias”. En resumen, justifica y aclara su posición ante el asunto del suplemento de Siempre!, y ante la derecha e izquierda mexicanas, también le reprocha a Monsiváis que publique, cada semana, dos planas de ataques anónimos en La Cultura en México. Para finalizar, agradece a González de Alba: “Tiene razón: en mi conversación con Julio Scherer cometí el error de no aclarar que mis críticas estaban dirigidas a los doctores de las Escrituras revolucionarias y no a los militantes, ni sobre todo ‘a esa fuerza subterránea compuesta por aquellos que ignoran a veces hasta el término izquierda', pero que dan la cara, pelean, pierden los empleos y son encarcelados, golpeados y maltratados”.
El 6 de enero, Ángeles Mastretta, desde el periódico Ovaciones afirma que “Paz responde molesto, con tono de Papá disgustado ante la primera sublevación adolescente”. En Proceso número 62, Monsiváis contesta a Paz con el artículo: “Rectificaciones y relecturas: y sin embargo lo dijo”. Ante la afirmación de Paz de que Monsiváis “no es hombre de ideas sino de ocurrencias”, Monsiváis contesta: “Paz no es un hombre de ideas sino de recetas”. Luego afirma que no le interesa el intercambio de frases y que Paz sí es hombre de ideas y que a ellas respondió cuando descendieron al nivel de “minimizaciones retóricas de la realidad”. Arguye que es necesario salir de generalizaciones dogmáticas sobre política. Monsiváis se defiende ante cada ataque de Paz, de sus reproches contra la columna semanal titulada Por mi madre, bohemios. A este respecto, el escritor nota la división que hace Paz entre la alta cultura y los que “pepenan” en los “basureros del periodismo".
En “Repaso y despedida" (Proceso número 63), Paz dice que en su último artículo Monsiváis no añadió nada nuevo. En seis puntos, el poeta habla de la debilidad de los partidos políticos mexicanos de oposición, de la izquierda mexicana, de los dos Méxicos (el pobre y el moderno) y, sobre todo, del escritor. Afirma que no predica el apoliticismo de los escritores ni lo condena, como tampoco la filiación de éstos a sectas, partidos, etc.: “Lo que he dicho es que el escritor debe hablar”. Luego insiste en la crisis mundial del socialismo y en que él no ha sido el primero en advertirla.
En “Recapitulación y conclusiones a cargo del lector” (Proceso número 64), Monsiváis vuelve a defenderse de los ataques de Paz, pero ya no hubo respuesta. Se ha dicho que esta polémica, a pesar de que despertó expectativas profundas, terminó sepultada en la bruma y en la desilusión. En Nexos (febrero de 1978) se afirma que la polémica: “Nos entregó la imagen de un Paz que inventaba los cargos ajenos para mejor deshacerlos, a la vez que rehuía los puntos realmente difíciles, y a un Monsiváis notoriamente inhibido en el uso de su repertorio crítico, respetando a Paz mucho más de lo que Paz lo respeta a él”. También se afirma que la polémica se fue desdibujando “entre las generalizaciones de Paz y la falta de recursos de Monsiváis para obligarlo a particularizar”. Muchos lectores tuvieron la impresión final de que las diferencias entre ambos eran de matiz y por ello se pensó que la razón fundamental de la polémica era la “lucha por el poder cultural”. Sin embargo, en el número aludido de Nexos se advierte que las diferencias entre ambos escritores son más grandes que los simples matices, pues algunos señalan que básicamente son de “intención” y de “proyecto cultural”, “de los refinamientos de la Alta Cultura a las grotecidades de la cultura de masas, de los temas universales de la cultura moderna y la nítida resonancia universal de una obra a la radicación geográfica, temática y lingüística de la otra; del Edén poético a los ‘basureros’ del periodismo mexicano”. También se ha señalado que lo notable es que la polémica no haya tomado abiertamente el rumbo de las diferencias culturales y que en cambio se haya inclinado hacia las diferencias de opinión en materia de política mexicana y de socialismo.