Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 01 nov 2018 13:37
En 1943, José Revueltas se manifiesta contra la política del Comité Central del Partido Comunista Mexicano y queda fuera del partido. Un año después, empezó a concebir algunos de los personajes de lo que será su novela Los días terrenales.
Publicada en 1949 por editorial Stylo, esta obra es considerada por muchos como una acusación contra el Partido Comunista, el stalinismo, el dogmatismo marxista y los ex camaradas de Revueltas. Los ataques a la novela empezaron en 1950, pero continuaron durante varios años. No obstante, también hubo textos que la elogiaron, lo que dio lugar a la polémica literaria más importante de los años cincuenta. Entre los autores que elogiaron la obra se encuentran Mauricio Magdaleno, Alí Chumacero y Antonio Mediz Bolio. Pero la novela se convirtió en blanco de los comunistas.
Uno de los ataques más duros apareció el 8 de junio de 1950, en El Nacional. El texto, titulado “El arte en México”, por J. Almagre (seudónimo de Antonio Rodríguez), afirma que Revueltas ganaba como artista, pero se perdía como hombre y revolucionario. Dos días después, en el mismo diario, se publicó la “Carta abierta de José Revueltas", donde éste pide perdón y no halla explicación a la calumnia de Almagre, a la que responde en un tono de arrepentimiento.
El 16 de junio de 1950, EI popular publica: “Decide revisar profundamente su obra literaria el escritor José Revueltas”, quien promete corregir los errores de Los días terrenales y declara que retira el libro del mercado y suspende la representación de su obra teatral El cuadrante de la soledad. Pocos días después, Enrique Ramírez y Ramírez, director de El día, publica, en la Revista Mexicana de Cultura, el artículo: “Sobre una literatura de extravío: Los días terrenales’'. Habla de un Revueltas obsesionado por captar el aspecto amargo de la realidad y ve como “deformación” grave la forma en que el autor muestra a los comunistas de los años treinta. Revueltas acepta la crítica y el 20 de julio da a conocer una autocrítica donde reivindica las tesis leninistas y la vigencia del realismo socialista. Para algunos, ese texto descalifica a Los días terrenales.
Si bien el escritor no deseaba entrar en conflicto, la guerra continúa y el 30 de julio La voz de México da a luz un texto anónimo que advierte que Revueltas ha tomado en cuenta sólo determinadas críticas, sin considerar las del Partido Comunista. La publicación tacha a la obra de Revueltas de reaccionaria y decadente, apegada “a la filosofía más reaccionaria de la burguesía: el existencialismo”. El artículo también ataca El cuadrante de la soledad, de la que ya Rafael Solana, en el texto “Fila y número" (Hoy, 27 de mayo), había señalado que “Revueltas es en México el Sumo Pontífice –el sacristán es Luis Spota– de esa escuela de escándalo que en Francia tiene su exponente máximo en Sartre”. Agrega que si Revueltas desea escribir para su época y para su pueblo, tendrá que escuchar la opinión “de ese verdadero público”, ya que si no “estará encerrado en su torre de marfil, o de petate, rodeado de una aristocracia intelectual, aunque sea aristocracia de huaraches de Cuernavaca […]”.
A raíz de estos ataques, Revueltas se encerró en sí mismo y dejó de publicar narrativa durante siete años. La crítica comunista y, sobre todo, la del Partido, descubrió contradicciones entre el marxismo del autor y el supuesto existencialismo y antimarxismo de Los días terrenales y El cuadrante de la soledad. Se le llamó al artista “vergüenza del genero humano” porque, según esta crítica, Revueltas rompió con su pasado revolucionario. Además, se le encasilló en la “filosofía burguesa de moda”: el existencialismo.
En su “Carta al Comité Central del Partido Comunista Mexicano”, de 1955, en la que pide ser reincorporado al Partido, Revueltas aclara que su ausencia del Partido podrá explicar el porqué de las deformaciones teóricas, las inexactitudes y el cuadro de la vida, “distorsionado y negativo, que pintó en Los días terrenales". Agrega que el libro nació muerto “y yo me encargué [...] de conducirlo al cementerio”.
Un año después, el novelista es aceptado en el Partido Comunista y escribe su “Declaración política de reingreso al Partido Comunista Mexicano”, donde elabora una “Autocrítica de Los días terrenales”. Se cuestiona por qué escribió la novela, y aclara que lo que quiso fue reflejar “la vida, las inquietudes, las contradicciones y las luchas de los comunistas mexicanos durante el periodo de clandestinidad”. Agrega la razón por la que la retiró del mercado: “la crítica pública que los dirigentes del Partido Popular hacían de mis errores teórico-literarios no era hecha desde el punto de vista del Partido Popular sino desde el punto de vista del marxismo revolucionario. Fue precisamente bajo la influencia de esta crítica que retiré voluntariamente del mercado mi novela Los días terrenales e hice público el papel amistoso desempeñado al respecto por Lombardo Toledano y Enrique Ramírez y Ramírez”.
Sin embargo, en 1962, Revueltas es nuevamente expulsado del Partido. Revive la polémica sobre la novela y emite algunos juicios contrarios a sus declaraciones de los años cincuenta. En el reportaje de Luis Mario Schneider “Después de 12 años revive la polémica sobre la obra de José Revueltas”, aparecido en El Gallo Ilustrado (9 de septiembre de 1962), el novelista afirma que el mundo de su novela es el de la contradicción entre los comunistas, como individuos, “y un partido extraño a la realidad del país y que no logra adecuarse a dicha realidad”. Añade que la obra suscitó malentendidos que no se ocupó de esclarecer o refutar, ya que no sólo eran malentendidos literarios, “sino, sobre todo, opiniones tendenciosas, de carácter político, provenientes de una delicuescente izquierda, stalinista que sustentaba su fobia en una serie de supuestos dogmáticos impermeables por entonces –y aún hoy– a cualquier examen racional”. El escritor califica a Antonio Rodríguez de “Cura rojo”, asemejándolo a uno de los personajes de la novela: el dogmático marxista Fidel. Luego, agrega que “Los personajes de Los días terrenales –existentes en la vida física, real de México– se vengaban, no de su autor […] sino del novelista que había tenido el atrevimiento de introdiucirlos en la literatura”. Cita al crítico East Irby, quien afirmó que en la novela “Por fin el autor se vuelve contra el comunismo" que “tan poco correspondía a la verdadera índole de su pensamiento”. Pero Revueltas aclara que Irby “se equivoca en absoluto” que en México, donde han venido existiendo “como otras tantas supercherías ideológicas”, un Partido Comunista y una llamada izquierda, él (José Revueltas) no estaba en condiciones de defenderse atado de pies y manos. Contra Irby y otros, el escritor insiste en que “no puedo aceptar ni aceptaré nunca que en Los días terrenales (o en ninguna otra de mis obras) me haya yo vuelto contra el comunismo, ni contra los preceptos del Partido si estos últimos son considerados desde el punto de vista doctrinario, de principios”. Agrega que en México ese Partido sufrió una deformación histórica de nacimiento que lo hace convertirse en una “conciencia ajena a la clase obrera”. Propone una tesis que desarrolla en su libro Un proletariado sin cabeza: mientras no se rompa la sujeción dogmática de los militantes comunistas siempre serán tan irreales como su partido”.
Revueltas reitera también su posición ante la crítica de Ramírez y Ramírez, a la que califica de “justa, correcta y seria”, pues Ramírez no era un personaje de Los días terrenales. Asimismo, ataca a los que vieron en su obra rasgos existencialistas, pues si él conoce tal filosofía superficialmente, esos críticos la confunden con “proposiciones de ambiente, de sordidez, de relaciones sombrías y desesperanzadas unidas a un desencanto humano esencial”.
Cabe aclarar que en 1964 Revueltas publica su novela Los errores, continuación de Los días terrenales en cuanto a la crítica al Partido Comunista y a lo que era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss).