En Acorazados, Silvia Peláez trata el tema de la familia y las violaciones ocultas que salen al sol años después. Obra llena de confesiones, mentiras, desafíos y calor humano. Tomando como eje las cosas simples y familiares de la vida cotidiana, muestra con delicadeza, sensibilidad, humor fuerte y compasión lo difícil que es mantener el equilibrio dentro de una casa y el mundo en sí
Acorazados es una obra personal. Peláez vuelve a su ciudad natal, Cuernavaca, para investigar su terreno, clima y costumbres, con una historia conmovedora, feroz y tierna de un hijo abusado por su padre y una hija que sale del ciclo de abuso y busca una nueva vida fuera de ahí. Es una historia sobre la identidad personal, social, sexual y política, y la responsabilidad que deben tener las familias con sus hijos. Sin didáctica, presenta una crítica social en contra de la hipocresía y cómo las familias intentan a menudo ocultar y proteger actos irresponsables para mantener una fachada social. Escribe sobre la búsqueda individual de la libertad de acción y pensamiento. Ella cava con delicadeza los enlaces complicados que pueden hacer las salidas de los laberintos familiares difíciles y desgarradores.
Es una obra sobre el trauma y sus heridas, sobre individuos atrapados en sistemas dentro y fuera de su control, que examina los aspectos psicológicos del comportamiento de los seres humanos, especialmente es que es disfuncional y aberrante. Al volver a Cuernavaca, la dramaturga intenta desenterrar quizás esqueletos de un armario familiar semejante a los esquemas de la película Festen, adaptada al teatro por David Eldridge con el mismo título. Al igual que Festen, Acorazados es una obra que está centrada en la ruptura emocional, y que trata los extremos de ciclos abusivos y la búsqueda de un nuevo amanecer.
Caridad Svich