Muestrario experimental de los grandes logros y de los no menores desaciertos de la impetuosidad de la escritura chuquiana, obra defectiva por exceso, Tanatonomicon es una disección brutal del cadáver de la literatura: una evisceración y descuartizamiento del cuerpo del lenguaje que nos remiten irreverentemente al Finnegan’s Wake de Joyce.Porque Tanatomonicon no sólo se le apuesta de manera convulsiva y pasional a la experimentación lingüística, sino que se cuestiona radicalmente el fundamento mismo de dicha experimentación: el devenir de la racionalidad occidental.
Delimitado por un tiempo de promesas truncadas (los sesenta) y un tiempo de recuestionamientos desesperanzados (los ochenta), el discurso de Tanatonomicon incide directamente sobre el centro neurálgico de la cultura occidental para poner al descubierto la dinámica tanatofílica que determina el ser y el obrar actuales.
Crítica radical del ser y obrar burocráticos (en todas su manifestaciones), Tantonomicón es un texto cuya lectura seguramente exasperará a la gran mayoría de los lectores. Y con justa razón: es a esa mayoría, conformadora del cuerpo acéfalo de las sociedades actuales, a la que el discurso chuquiano fustiga con singular vehemencia. Absurdo planteamiento: por un lado se rompen, con una delectación y alevosía que nos remiten a un desquiciante sadismo, los vínculos con todo posible lector; y por el otro se lamenta, en un gesto de trágico desgarramiento, la ausencia total de lectores (sobre todo de ese tipo representativo de lector que es el editor). ¿No es sobremanera significativo al respecto que el propio S.C. Chuco haya subtitulado a Tanatonomicón como una “poética de lo ambiguo”?