Comprender a Jámblico (nacido en Siria hacia el 240 d. C., y muerto hacia el 326 d. C.) exigirá algo más que una hora de lectura superficial. ¿Qué significa acercarse a su obra? ¿Qué riesgos implica? ¿Qué beneficios proporciona? Se nos ocurren las siguientes respuestas: admitir que el ser humano todavía puede cuestionarse por su destino último, y que la filosofía de la religión y la religión misma son dignas de reflexiones; dejarse sacudir por inusitados pensamientos y maneras de exponerlos —los cuales acaso impliquen superar aversiones y desenmascarar los propios condicionamientos frente a quien sostiene pensamiento o religión distintos de los propios—; plantear al lector diferencias que se tienen respecto de un hombre de la antigüedad (Sócrates, Platón o Aristóteles), las cuales por simpatía a veces se olvidan o se obvian; tener la prueba fehaciente de que se puede pensar de otro modo (el pensamiento único, globalizador, despersonalizador, nos hace menos libres); modificar o perfeccionar nuestros hábitos de lectura y de análisis, así como reconocer errores o confirmar aciertos de juicio sobre el neoplatonismo y sobre la antigüedad tardía.