Escribir una novela a cuatro manos no es una tarea fácil, y menos si el trasfondo es el cambio de siglo y de milenio en un país que eclosiona. La vida sexual de P.J. Harvey de Juan Carlos Hidalgo e llallalí Hernández es un libro irreverente, atrevido, que va a las zonas oscuras de las relaciones humanas en un momento en que privan la hipocresía y la simulación. Funcionamos como artistas de la impostura haciendo de perfectos extraños.
A manera de un diario bizarro, nos deja ver el terror psicológico que provoca a cada persona enfrentar a sus demonios, muchos de ellos relacionados con sus obsesiones y pulsiones -sexuales o toxicológicas-. P.J. Harvey hace las veces de una selfie generacional. A un ritmo frenético -impuesto por un iPod lleno de indie y electrónica- se vive en la noche de vértigo de un presente casi perpetuo. No queda tiempo para pensar en el futuro.
La vida sexual de P.J. Harvey es un acierto más de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla a la hora de apostar por una literatura sin edulcorantes y que refleje con valentía los tiempos que corren y en los que cada lector está inmerso.