No necesitamos una terapia para nuestros errores, sino dejar que ellos nos hagan terapia. Nuestros fracasos son nuestra mejor terapia, gracias a ellos podemos volvernos humanos. En esta serie de cuentos el autor nos devela cómo toda la experiencia humana impregnada de la falla, de la pérdida y de la accidentalidad propia de la vida que derivan de la impureza, son las situaciones que conectan a la persona con su verdadera valía: ser humano. Solamente gestando la experiencia que se abordará más tarde, se activa el contacto con las sensaciones en distintos eventos que hacen que la humana impureza nos encierre en círculos desde los cuales tal vez sea difícil escapar, pero al ir más allá a través de la aceptación y la comprensión y contactar con lo que realmente somos, la impureza adquiere una nueva manifestación: finalmente y sólo entonces surge la belleza de la humana impureza.