Al repasar las antologías del teatro mexicano, Olga Martha Peña Doria advirtió la ausencia de autoras nacidas en las postrimerías del siglo xix y que comenzaron a representar sus obras en los años veinte y treinta. A este grupo de mujeres menospreciadas pertenecen Catalina D´Erzell, Amalia González Caballero de Castillo Ledón, Conchita Sada, María Luisa Ocampo, Julia Guzmán y muchas más.
La derrota de la dictadura porfirista, el surgimiento de la revolución de 1910, la primera guerra europea, el feminismo que venía pisando fuerte en los principales países del mundo fueron hitos que ayudaron a conformar las formas de pensar, sentir y vivir de ese conjunto de escritoras.
En este libro la autora estudia a Catalina D´Erzell (Catalina Dulché Escalante), nacida en Silao, Guanajuato, en 1891 y muerta en la ciudad de México en 1950. Periodista, conferenciante, declamadora, actriz y guionista de radio, novelista, cuentista, poeta y dramaturga, practicó casi todas las actividades que una mujer sensible podía ejercitar en esos años, en los que obtuvo prestigio más en los amplios círculos que en los espacios elitistas.
Fue en el teatro donde Catalina D´Erzell ofreció sus mejores frutos. En sus obras sonaron por primera vez, en esa época, palabras como divorcio, unión libre, libertad, honra, abandono del hogar, aventura amorosa, engaño al hombre. En sus obras la mujer deja de ser una buena hija, una buena esposa, una buena madre. Sus heroínas pecan y son capaces de emprender aventuras amorosas igual que el hombre […] Desde el punto de vista femenino, Catalina D´Erzell fue una precursora.