Soy uno de los muchos beneficiarios de la influencia entrañable de las canciones de José Alfredo Jiménez. Cuando me sorprendì mascullando algunas de sus letras, o tarareando alguna de sus canciones, caì en la cuenta de que José Alfredo era uno de los ventrílocuos que le dio voz a muchas de mis afecciones mudas: descubrí un compositor franco y diàfano que se arriesgaba a decir mucho de lo que yo tambièn sentìa pero no podía exteriorizar y que, a través de mi identificación con sus canciones, reducía mi analfabetismo emocional.
Aùn ahora, sus canciones son un eco latente que no pierde su poder de conmocionarme, ya que forma parte de los reflejos de mi identidad y educación sentimental. Es por eso que este trabajo es el fruto de la exploración personal de la gama de registros de su obra, que sedimentaron en mi subjetividad, y que lo mismo me movìan a la veneración que al juego con las múltiples significaciones que suscitaban en mí. Es en tal sentido que aquí doy cuenta de la extensión y la intensidad de su hetereogénea influencia en mi sensibilidad.
AGV