Los cuentos reunidos en
este libro de Mercedes Varela, son una muestra precisa de la desazón y el
hastío que habita en cada uno de nosotros.
Vacilantes, opacas, iluminadas por la pluma de la autora, estas mujeres y
hombres deambulan por el desamor y la inseguridad, son presas de odios y de
miedos ante el otro, las parejas, el paso del tiempo, la edad madura que llega
de golpe y sin aviso. Separados en cuatro secciones: De chile, dulce y manteca; Por
mí, por mi casa y por lo que se me espera; Señoras y señores y Semanario. En este libro confluyen recetas de
cocina, radiografías de mujeres a quienes la juventud ha abandonado o que bien,
son arrastradas por el sistema, como en el cuento “Pastel de queso”, donde una
escritora sufre ante un munícipe que le cambia todo su proyecto, o bien, en “El
amor que no juraste”, vemos a una pareja destinada al desencuentro, marcado por
un soundtrack que lo mismo tiene a Billy Halley y sus cometas que a los Bee
Gees. Tensos, desde diversos ángulos, relatos cortos y largos —deben leer el
relato “El abuelo”—, estas historias tienen como escenarios la frontera y sus
maquiladoras, pero también el mar y las pequeñas ciudades invadidas por el
calor. Sus personajes se vuelven entrañables porque nosotros mismos somos un
puñado de miedos e inseguridades, pero también de un poco de valentía. Mercedes
captura eso en sus historias y nos lo ofrece sin denuncias para que
nosotros nos volvamos un poco como esos hombres y mujeres que, acaso, esperan
que alguien más les abra la puerta de su jaula para volar.
Antonio Ramos Revilla
Julio 2013