En esta su tercera novela, Guillermo Rubio (Ciudad de México, 1949) nos plantea que el género negro está vigente no sólo por lo que ocurre en México sino porque hay escritores -y lectores- que disfrutan atravesarlo hasta llegar a los orificios de un cuerpo al que pocos se atreven a entrar. Guillermo Rubio nos demuestra que con la madurez de la edad también llega la madurez literaria, pocas, muy pocas veces alcanzada por escritores que han dedicado su vida a las letras.
Con Visitando al diablo, Guillermo Rubio rescata los años de una vida que se antoja novelable y, que con este libro, un capítulo más se escribe dentro de su obra total: las vivencias de un ex policía en el retiro, que lejos de pasar sus últimos días gozando de la jubilación, se ha acostumbrado a un estilo único de supervivencia: narrar una realidad que parece no estar desapegada de la ficción.
La Maestra, el Barbitas, El Azul son personajes que identificaremos inmediatamente; Guillermo Rubio construye una novela en donde cualquiera de nosotros puede aparecer pues nadie se escapa a la narración sórdida y divertida de Rubio, quien comienza su obra al lado de Malik, su perro. Si en Pasito Tun Tun y El Sinaloa, Guillermo Rubio nos presenta a dos narcopersonajes que marcarán un hito en la literatura nacional, en Visitando al Diablo su autor se coloca en el lugar del personaje principal que como buen voyerista disfruta de todo lo que ve, para después llevarlo al papel. Un papel de color muy negro.