"Esta novela de Susana Wein despertó en mí una nostalgia dura. Aunque la autora es mexicana, sus raíces húngaras son profundas. Vemos al protagonista, el heredero de la abuela, transitar por una Hungría cotidiana, en colores plomizos, invernales. El mundo fantástico se introduce en la historia con toda naturalidad, creando un contrapunto con las escenas realistas. No nos damos cuenta, en ese regreso al pasado familiar de posguerra que hace el narrador, que de pronto es un mundo revelador de esencias humanas. Está escrita con una prosa exacta, cálida a pesar de la melancolía. No es precisamente una novela del exilio pero lo rasguña, en tanto ruptura de vínculos personales. Susana Wein no sólo es una buena narradora mexicana, sino que lo es también del este europeo, junto con la ola de escritores que emergieron cuando cayó el muro de Berlín. Es un viaje que tiene regreso en México, el lugar donde se fragua el viaje a esta región de los muertos y algunos vivos".