Murallas es un libro atípico; los relatos que lo componen forman un todo, dibujan un mosaico de diversos matices en el que prevalece la nostalgia —entendida como una subversión sintáctica, un quiebre en el leguaje, un habla específica que establece sus propias reglas. Con una prosa pausada, de gran calado reflexivo, Gabriel Bernal Granados traza una serie de historias vinculadas no sólo por el tono y los saltos entre personas narrativas, sino también por la presencia constante y casi hipnótica de mujeres-ficción, mujeres imposibles que obsesionan a los personajes de Murallas y los obligan a vivir según el dictado de su libido, de su deseo insatisfecho.
Con la Ciudad de México como escenario-protagonista, pero también con una súbita aparición de lo rural, los relatos aquí presentados dan cuenta de una posibilidad excéntrica y poco frecuentada de la narrativa mexicana reciente. Bernal Granados exhibe en estas páginas su maestría en el manejo del idioma, lo que le permite ir más allá de convencionalismos y arriesgar un volumen propositivo, de alto contenido poético, tramado con la precisión de un lenguaje que no suelta al lector en ningún momento.