2000 / 05 nov 2018 11:21
Una de las figuras sobresalientes de las letras mexicanas en la primera mitad del siglo xix fue don José Justo Gómez de la Cortina y Castro. Originario de la Ciudad de México, recibió la primera educación de sus padres; luego ingresó en el colegio de San Antonio Abad, de Madrid, en donde se distinguió por su dedicación al estudio. Su buena preparación le llevó a desempeñar varios cargos diplomáticos por Europa, favoreciendo esto su formación cultural. A los veinticinco años casó con doña Paula Rodríguez y Rivas. Su casa en Madrid fue el centro de reunión de personas distinguidas en las ciencias y en las letras: Quintana, Nicasio Gallego, Bretón de los Herreros, Martínez de la Rosa, Mesonero Romanos, y mantuvo correspondencia constante con Humboldt, Chateaubriand y Benjamín Constant.[1]
Accediendo a los deseos de su madre, don José Justo regresó a su país natal en 1832. Desde luego inició sus trabajos tomando parte activa en centros culturales y organizando en su casa un centro literario en donde hubo, a la manera francesa o española, tertulias literarias, a las que asistieron José Joaquín Pesado, José Bernardo Couto, Leopoldo Río de la Loza, José María Bassoco, don Andrés Quintana Roo con el joven Joaquín García Icazbalceta[2] y los españoles José Zorrilla y García Gutiérrez. Fue corta la duración de estas reuniones ya que, para el año siguiente, de la Cortina fue víctima de la Ley del Caso.[3] Su destierro duró poco tiempo y regresó con nuevos ímpetus para lograr adelantos en las ciencias y en las letras en un país que iniciaba su organización.
García Gutiérrez, Antonio García Icazbalceta, Joaquín la Cortina [José Justo Gómez de la Cortina y Castro], Conde de Pesado, José Joaquín Quintana Roo, Andrés Zorrilla, José