2000 / 31 oct 2018 12:02
El grupo de poetas y escritores jóvenes que iniciaron sus trabajos literarios hacia 1867, siguiendo la ruta nacionalista que les señalaba Ignacio Manuel Altamirano, a quien reconocían como maestro, integraron una asociación literaria que llamaron Sociedad Nezahualcóyotl, en recuerdo del legendario poeta chichimeca, y en él deseaban exaltar una figura que representaba nuestro pasado indígena.
Un entusiasta favorecedor de la juventud, según el maestro Altamirano, fue el licenciado Sánchez Solís, director en una época del Instituto Científico y Literario de Toluca, quien celebró en su casa el primer aniversario de la fundación de la Sociedad Nezahualcóyotl, instalada el 24 de abril de 1868. Esta reunión de aniversario fue presidida por Francisco Zarco, a quien los socios nombraron presidente del grupo. Altamirano dice en las crónicas de la semana de El Renacimiento que esta asociación fue digna de alabanza por su entusiasmo y por el talento de sus miembros.
Gracias a don Anselmo de la Portilla pudieron publicarse los Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl, tanto en el periódico La Iberia, como en un folleto que circuló entre los socios. Los poemas impresos en dicho folleto pertenecen en su mayoría a Manuel Acuña y sólo dos composiciones son de Ignacio Manuel Altamirano. Los poemas que se publicaron de Acuña fueron: “La brisa”, “Madrigal”, “Aislamiento”, “Dolorosa”, “A Ch.”, “Una limosna”, “Un sueño”, “Amor”, “Pobre flor”, “San Lorenzo”, “Dolora” y “Amar y dormir”; y las de Altamirano, “El Atoyac” y “La salida del sol”.[1]
La Sociedad Nezahualcóyotl tuvo como objetivos principales buscar una literatura propia, reformar el teatro e impulsar las publicaciones. Manuel Payno fue el prologuista del periódico de esta sociedad. El Anáhuac (México, 1869), donde se publicaron poemas como “Ramera” y “Amar y dormir” de Acuña, cuyo ‘sensualismo’ ocasionó una estricta censura por parte de los redactores de La Sociedad Católica. Cuando se suspendió la publicación de El Anáhuac, sus colaboradores pasaron a serlo de la revista literaria El Renacimiento. El folletín de La Iberia dio a conocer la evolución de la poesía de Acuña, realizada en la Sociedad Nezahualcóyotl; y el mismo Acuña publicó en El Eco de Ambos Mundos una prosa “A una flor” que se inicia con “¡Pobre flor!”, título de una de sus poesías publicadas en los Ensayos, pero esta vez firmada con las iniciales I. A., equivalentes a Ignacio Acuña, nombre poco conocido del poeta suicida.
Fue presidente de la sociedad el joven Ricardo Ramírez, hijo del conocido Nigromante, y deben citarse entre los socios más distinguidos a Manuel Acuña, Agustín F. Cuenca, Francisco Ortiz, Pablo Sandoval, Francisco G. Cosmes, Gerardo M. Silva, Javier Santamaría, Alfredo Higareda, Miguel Portillo y Rafael Rebollar.[2]
En la reunión del 9 de mayo de 1872 Manuel Acuña, en unión de Cuenca y Gerardo Silva, reinstaló la Sociedad Nezahualcóyotl –que había ido decayendo hasta desaparecer–, con el deseo de consagrar todos los esfuerzos al estudio, corrección y crítica de las obras de los escritores jóvenes. Poco se sabe de los trabajos que realizaron estos jóvenes en los meses sucesivos, pero desgraciadamente uno de ellos, Manuel Acuña, el principal promotor, cortó su existencia en diciembre de 1873, con lo que se dio también por terminada la sociedad, ya que no se vuelve a hablar de ella sino hasta 1875 en que se funda otra con el mismo nombre.
Acuña, Manuel Altamirano, Ignacio Manuel Cuenca, Agustín F. Payno, Manuel Portilla, Anselmo de la Portillo, Miguel Zarco, Francisco