08 jun 1993 / 17 sep 2018 14:37
Se educó en Madrid y Barcelona; en la primera ciudad se dedicó al periodismo, las conferencias, la diplomacia y la crítica teatral y literaria, fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios y de la Escuela Central de Idiomas y director de ésta y de cursos del Centro de Estudios Históricos. Como periodista fue redactor de El Liberal; crítico literario, desde 1907, en La Lectura, Revistas de Libros, Renacimiento, La Pluma, Revista de Occidente, y director de la revista Tierra Firme. En 1908 empezó su labor de crítica teatral; Globo, de Madrid, recogió sus primeros artículos que continuaría después en la revista España (1915-1924) con el seudónimo de "Critilo"; pasando más tarde a Crónica, El Sol y La Voz (con su columna sin firma "La cena de las burlas"), hasta el comienzo de la guerra civil. Estos artículos los recogieron La Nación, de Buenos Aires y El Universal, de México. Desempeñó diversos cargos culturales y diplomáticos dependientes del gobierno español: secretario de la oficina de Relaciones Culturales del Ministerio de Estado; miembro de la Comisión Española de Cooperación Intelectual; miembro del Consejo Nacional de Cultura; miembro de la Real Academia Española e individuo de número de la Academia Argentina de Letras. Viajó en misión cultural y como profesor visitante a las Universidades de Santiago de Chile, Praga, Colombia, Manila y Middleburg College. Fue ministro de España en Uruguay (1933-1934) y embajador en Argentina (1936-1937). Residió por algún tiempo en Francia. En México radicó como exiliado desde 1939 hasta su muerte. Fue profesor en El Colegio de México y en la Universidad Nacional Autónoma. Sustentó conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras y en otras instituciones. Aquí colaboró en Revista Moderna, Revista Iberoamericana, El Hijo Pródigo, Taller, Contemporáneos, Letras de México, Cuadernos Americanos, Jueves de Excelsior y finalmente en el diario Excelsior. Fue miembro de la Casa de España en México y de El Colegio de México. Joaquín Díez Canedo, su hijo, editó sus Obras Completas (Mortiz, 1964-1968). Enrique Díez-Canedo ha merecido varios homenajes; El Ateneo Español de México le ofreció uno en octubre de 1979 por el centenario de su nacimiento. De él dijo Enrique González Martínez: "En España no tuvieron los escritores mejor amigo, hombre más enterado, ni defensor más decidido y entusiasta".
Enrique Díez-Canedo es considerado como una de las inteligencias más firmes, agudas y claras de las letras hispánicas contemporáneas. Por su extraordinaria cultura y exquisito gusto fue una autoridad máxima en todos los terrenos literarios. Vivió la época del modernismo en España y sus primeros libros de poesía, Versos de las horas (1906) y La visita del sol (1907), tienen la factura de esa corriente literaria y la del espíritu del 98. Hay mucho del Rubén Darío de las "recreaciones arqueológicas". Posteriormente en La sombra del ensueño (1910), se nota la influencia intimista de Juan Ramón Jiménez y en Algunos versos, la de Valle Inclán, hasta que con Epigramas americanos (1928) encuentra su voz personal. Noventa y ocho poemas sobre los países latinoamericanos, con temas hondos y concretos, dan cuerpo a las imágenes del buen decir español. Su poesía viene a ser como su diario, como la anotación de la experiencia, del instante vital. Para este escritor la tradición es un elemento vivo y primordial que se integra de modo armónico con el momento actual. El tema del éxodo de ondas raíces bíblicas está presente en su último poema, El desterrado, referido especialmente a la situación del exiliado español. Su diaria labor consistió en difundir la cultura literaria, en propagar las nuevas ideas y hacer de la prensa un vehículo para tender puentes hacia las demás literaturas. Se interesó por la literatura francesa –de Proust a Duhamel y André Bretón–. Tradujo a Baudelaire, Valéry Larbaud, Croce, Webster, etc., y en colaboración con Fernando Fortún, La poesía francesa moderna (1913), que luego actualizó en La poesía francesa del romanticismo al superrealismo (1945); conoció a fondo la literatura inglesa y la norteamericana. Se adentró en las letras de Portugal y Brasil y dio a conocer a los catalanes en Castilla. En sus Conversaciones literarias se ocupa precisamente de los acontecimientos del día en España y el resto de Europa. Las letras iberoamericanas no tuvieron jamás crítico más valiente y comprensivo que Enrique Díez Canedo. Patentizó siempre su curiosidad, su búsqueda de cuanto se producía en esta parte del mundo; fue el primero en hablar allá de autores como Azuela, Lugones y Borges. En Letras de América se aúnan la lucidez generosa y el rigor de sus observaciones sobre el modernismo en América. A través de sus colaboraciones españolas, mexicanas y argentinas fue el maestro de esa gran generación en España y América. Le interesó el teatro, en todas sus acepciones, en 1939 la Casa de España le publicó un libro que recogía cuatro conferencias sobre El teatro y sus enemigos; y con muchos de sus artículos de crítica teatral se formaron en 1968 los cuatro volúmenes de El teatro español de 1914 a 1936.
- Critilo
Instituciones, distinciones o publicaciones
El Colegio de México COLMEX
Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
El Hijo Pródigo. Revista Literaria
Taller
Contemporáneos. Revista Mexicana de Cultura
Letras de México. Gaceta literaria y artística
Cuadernos Americanos. La revista del mundo nuevo
Casa de España en México
Ateneo Español de México A. C.