Una nueva traducción de la obra “homeopática” de Mallarmé, que había de curarlo de la Impotencia: “Si el cuento está hecho, yo estoy sanado: similia similibus”. Cuento, poema en prosa, drama… pero, sobre todo, vestigio de una ética y poética de la creación, Igitur acompañaría a Mallarmé como un espectro apuntador en su búsqueda del Libro, “persuadido de que en el fondo no hay más que uno, el que todos los que han escrito han intentado sin saberlo, incluidos los Genios. La explicación órfica de la Tierra, que constituye el único deber del poeta, y el juego literario por excelencia.” “Este cuento se dirige a la Inteligencia del lector que pone las cosas en escena, por sí misma” advierte la epígrafe: cuento, Inteligencia, lector, escena: son pistas que conducen hacia el nombre del protagonista, Igitur, es decir ergo, acuerdo y motivo de palabras, principio y figura del sentido.