El poeta Gilberto Castellanos dedicó su libro número 13 a la serpiente: supramundo y axis mundi, cielo y tierra que buscan conciliarse con el universo subterráneo del poema. El abecedario es un crótalo que repta en busca del sentido. El lenguaje se enrosca, inyecta su veneno y muda de piel para renovarse y seguir siendo el mismo. El poeta percute su cascabel para recordarnos que sólo somos silencio; también el mudo de piel. El poeta es heredero del oficio del ofidio: sufre una metamorfosis para unir los contrario: vida y muerte, suelo y cielo, sonido y sentido: "oír ya es mirar".
Bazar de la serpiente es un poemario que se escucha viéndolo y que se ve escuchándolo. "Oigo que te oyes oyendo, nada oímos en el ya fue".
La sinestesia se desliza y se camufla entre las páginas. Cada poema vibra, cada palabra víbora que constriñe la mirada para obligarla a oír. Castellanos, como experto herpetólogo, escancia con exactitud las palabras, los versos y las estrofas de este libro para que contengan la dosis precisa de veneno. El lector que se enfrente a este libro tendrá que fabricar su propio antídoto.