Años después, sin quererlo o buscarlo, comprenderían que el punto definitivo, el eslabón que lo unía todo, ese indicio de algo mayor, había sido ínfimo y de apariencia pueril. Gerardo Horacio Porcayo (1966) es digno representante y fundador de una generación de jóvenes escritores mexicanos que ha elevado el mal llamado subgénero de ciencia-ficción, al rango de gran literatura. La suya es una constante experimentación con las formas narrativas. El conocimiento y reconocimiento de su obra comprende ya varios países de América Latina y no ha de extrañarnos que pronto sea traducido a otras lenguas. El cuadro, el cubo y siete pesos es una muestra del talento camaleónico de este autor... y no se inclina por ningún género. Original, metafórica, inclasificable, esta novela, fuera del experimento formal que Porcayo, por lo demás, logra realizar con mucho vigor, es una cuidadosa recuperación de ciertos momentos azarosos que hacen de lo cotidiano una matriz de líneas que se entrecruzan, un tablero donde los elementos de la realidad parecen moverse impulsados por una fuerza desconocida y donde los seres humanos hacen el papel de peones. Sobriedad del lenguaje, brevedad del relato y mucha sencillez en la atmósfera, encubren una realidad obsesiva, fragmentada, asaz violenta, donde los personajes, nombres propios sin apellido, se desplazan a la búsqueda de "algo" que les permita llenar su soledad.