Hacia 1946 descubrí la figura de Donatien Alphonse François, marqués de Sade y lejano descendiente de Laura de Sade, cantada por Petrarca. Lo leí con asombro y horror, con curiosidad y disgusto, con admiración y reconocimiento. En 1947 escribí un poema entusiasta; en 1960 un ensayo que fue un examen de sus ideas; en 1986 otro ensayo más, que es una recapitulación de lo que siento y pienso ante su persona y su obra. Este pequeño libro recoge esas tres tentativas de comprensión.
Octavio Paz
Hacia 1946 descubrí la figura de Donatien Alphonse François, marqués de Sade y lejano descendiente de Laura de Sade, cantada por Petrarca. Lo leí con asombro y horror, con curiosidad y disgusto, con admiración y reconocimiento. En 1947 escribí un poema entusiasta; en 1960 un ensayo que fue un examen de sus ideas; en 1986 otro ensayo más, que es una recapitulación de lo que siento y pienso ante su persona y su obra. Este pequeño libro recoge esas tres tentativas de comprensión.
Octavio Paz