Sin duda alguna, Luis de Góngora es el poeta más presente en la lírica novohispana, el más admirado, el más imitado. No hay más que ver las perífrasis que lo nombran: “el agudíssimo don Luys de Góngora” (Bernardo de Balbuena, 1604), “el nunca bastantemente alabado oráculo de las mejores musas de España” (certamen a la Inmaculada, 1654), “el Píndaro más lírico” (Empresa métrica, 1665), “príncipe castellano” (Festivo aparato, 1672), “el Apolo andaluz” (sor Juana), “el hijo primogénito de Apolo y pariente mío” (Carlos de Sigüenza y Góngora, 1682), el “Apolo cordobés” y “príncipe de los líricos de España” (Triunfo parténico, 1682) o, ya en el siglo XVIII, “el cisne de Andalucía” (fray José Gil Ramírez, 1713). Poco más de dos siglos de poesía virreinal se forjó a la luz (o a la sombra) del poeta cordobés. Este estudio intenta dar cuenta de ese fenómeno desde sus primeras manifestaciones (hacia fines del siglo XVI, con Bernardo de Balbuena) hasta sus estertores (ya comenzado el siglo XIX, con las traducciones del Padre Alegre). La autora recopila textos ya usados por otros investigadores del gongorismo en Nueva España, y enriquece este repertorio con buena cantidad de nuevos materiales (sobre todo en lo que respecta al siglo XVIII). Se propone, además, analizar las razones del fenómeno y de su notable pervivencia en Nueva España, al tiempo que estudia los poemas, sin prejuicios, pero sin rehuir ponderados juicios de valor.