Ojerosa y pintada, magistral y audaz como toda la narrativa de Agustín Yáñez, está ambientada en la Ciudad de México, ese monstruo que amenaza devorar a las personas y convertirlas en muchedumbre anónima. Contra esta pérdida de identidades, un taxista nos lleva por las calles de la capital, sus peligros nocturnos y lugares de esparcimiento, sus colonias ricas y pobres, tan cercanas físicamente pero separadas por un abismo.
Gracias a él llegan a nosotros las más diversas voces: el provinciano que busca triunfar en una urbe despiadada, el reportero que aparenta saber todo, el matrimonio de enemigos, la pareja adolescente que despierta a la sexualidad, los bohemios taimados y punzantes, el militar rencoroso y prepotente, la familia aristocrática venida a menos, los sindicalizados pendencieros y un extraño personaje (demente o iluminado) que se dedica a observar las aguas negras de la metrópoli, donde asegura detectar «la verdadera historia de la gran ciudad, cada vez más grande, más turbia, más difícil de comprender»
Ojerosa y pintada pertenece al tríptico de novelas que plasmaron el descubrimiento de México D.F. como una inmensa metrópoli. Y como sus otras dos hermanas de hallazgo, La región más transparente, de Carlos Fuentes, y Palinuro de México, de Fernando del Paso, no pudo ser concebida sino como un relato polifónico. Es más, quizá sea la más coral de las tres, dado que su trama es la jornada completa de un taxi y su chofer, quienes ni muestran su identidad para que sea la propia urbe —a través de los incontables pasajeros con sus afanes— la que se constituya en protagonista y, a la vez, en relato y retrato de sí misma.
Por esa circunstancia, también podríamos adscribir a Ojerosa y pintada a lo que se llamó “novela testimonial” e incluso “neorrealista” y cuyo singular exponente, en España, sería El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. Pero Ojerosa y pintada cuenta, además, con el don de la circularidad, como si las veinticuatro horas en que transcurre no fueran más que uno de los giros del incesante y abigarrado bucle que es la vida en el Distrito Federal.