Durante siglos la poesía ha cantado al cuerpo, por lo regular al exterior; cuando ha sido al interior, las palabras se pierden en los recovecos de la metafísica, pero en esta ocasión la autora nos ofrece una vuelta de tuerca al adoptar como motivo poético la anatomía en una morfología de la creación literaria con el fin último de escudriñar la naturaleza humana en el más directo de sus sentidos a partir de su composición física.
Mapa de órganos, guía de aparatos, ceso de curiosidades a manera de bestiario interno; este libro se coloca entre la prosa poética con tintes cercanos a la divulgación científica de acceso ligero, en donde se reformula la vieja consigna de conócete a ti mismo. La autora observa, disecciona con el poder de su lápiz los rincones del engranaje de esa máquina llamada cuerpo. Y es que Cartografía menor resulta una radiografía hablada (verbalizada) de nuestro organismo, ese extraño que habitamos.