Al crítico le importa cultivar, por encima de todo, el don de la observación. Bajo esa premisa, en este libro son observadas las obras poéticas de González León, González Martínez, López Velarde, Paz, Arreola y Lizalde junto a las de David Huerta, Raúl Bañuelos, Javier Sicilia, Jorge Esquinca, Luis Armenta Malpica, entre otros, pero no como si fueran mercancías en un aparador o palabras en un diccionario, sino en sus respectivos contextos, entendidas como realidades orgánicas y cambiantes. Motivado por dos necesidades, la de comprender y la de agradecer, el autor estudia y comenta libros específicos y poemas concretos de la tradición mexicana sin eludir la obligación de situar cada particularidad en un ámbito más general. Es inusual que se publiquen libros como éste, al menos en el espacio literario de Guadalajara y de lo que se da en llamar «letras jaliscienses». Por alguna especie de pudor o tabú recalcitrante, no solemos explicarnos lo regional en función de lo nacional, mucho menos lo actual en función de lo histórico. Contra esa visión de puertas clausuradas y calles de un solo sentido se han escrito —con amabilidad, sin dobleces ni medias tintas— estas páginas.