Me gustan las crónicas. Suelen ser subjetivas y no hay nada más preciso que la subjetividad. La Historia suele ser pomposa, engreída, complicada y falsa. Pero las crónicas de Alfredo Padilla me gustan más. Hacer crónica de hechos no tiene chiste, chiste tiene hacer crónica de alucinaciones, espejismos, nubes mentales, crudas, sueños y olvidos. Ir relatando los reflejos en las cosas, las intenciones, los deseos... eso es lo que cuenta.
Entre un paseo en carroza por el centro tapatío y un tour por el
submundo que aparece en Guadalajara caníbal, prefiero lo segundo. Al menos, lo prefiero primero, pues estoy consciente de que cuando salga de ese submundo estaré más que listo para enfrentarme a la Rotonda de los Hombres Ilustres desde la perspectiva en que debe ser visualizada.
Sergio Andrade