Una costumbre curiosa y no tan infrecuente de la narrativa mexicana es el relato de lo que no fue: las narraciones apócrifas, que parten de nuestro conocimiento de lo "real" únicamente para hacerlo a un lado. Lo mismo en cuentos del más recóndito underground que en varias novelotas del canon nacional, hay momentos en que la repetición y la indagación de lo que sí podemos comprobar (o sí deseamos creer) parece no ser suficiente. Tenemos que preguntarnos por el "hubiera", que jamás existirá: reclamar para nosotros la posibilidad, al menos, de saber que pudimos pensar en alternativas. Tal vez sea un síntoma de nuestras frustraciones centenarias.
Rafael Villegas escribe desde estas sensaciones de perplejidad, infortunio y maravilla. En sus historias apócrifas, la imaginación afilada y un rigor de historiador cotrastan lo cierto con lo posible, la esperanza y el miedo con la impresión directa de la vida.
Alberto Chimal