Alicia Flores quien debutó en el panorama nacional con Un Retratista en la Corte de Enrique VIII- cambia totalmente de giro y nos entrega un homenaje a la memoria colectiva, sumergiéndose en el drenaje ciego de una mente amnésica, para ir extrayendo, una a una, las experiencias que configuran a un ser humano, asignándole presencia, identidad y conciencia.
No extraña a sus lectores la maestría en la narración ya lo demostró en numerosos textos- ni su conocimiento del alma humana y manejo de términos médicos por su formación, ni siquiera los diversos lenguajes poéticos-depurados-concisos-coloquiales (un verdadero abanico prosístico), lo que asombra, deleita y mantiene expectante, es que en medio de la lucha por sacar del reino de las sombras una mente, gradualmente va iluminando el sendero para sus lectores, mostrándole que -si bien la posesión más valiosa de un ser humano son sus recuerdos- también es posible vivir varias vidas a partir de una Longitud Cero.
Alicia Flores empezó a escribir a la edad de 58 años y tal como aquel pitcher veterano de Por amor al juego que salta al diamante por última vez para lanzar un juego perfecto, nos entrega esta novela que es un diamante de muchas facetas pero todas deslumbrantes, pulidas, perfectas.