Mario Calderón incorpora al lenguaje poético mexicano moderno términos que desconocemos la inmesa mayoría de los nativos de la gran urbe. Y no sólo estas aportaciones al lenguaje lo convierten en un poeta único, original, sino también por sus aportaciones filosóficas al mundo de la poesía. Sin embargo, a pesar de lo opulento de la iconografía y del fuerte carácter erótico, la poesía de Mario Calderón marca cierta distancia con el lector; despojada de todo ornamento, es sobria y, a simple vista, hermética. Lo que ocurre es que se trata de una poesía sustancial, inteligente, intelectual; es cerebral y sensual al mismo tiempo. Por eso exige un lector muy atento, culto y no ignorante de temas científicos, religiosos y filosóficos. Mario Calderón no busca el rumbo fácil de la moda, pero tampoco se apega a la tradición. Es un poeta que ha optado por un camino solitario, apoyado en las ideas que han surgido de sus propias reflexiones. Por eso mismo estoy convencido de que se trata de un poeta muy original. En México, quizá el más original de su generación.