En Caminos que se bifurcan convergen la pasión por la escritura y las propuestas narrativas de dieciocho escritores de la región noroeste del país: Liliana V. Blum, en "Cactus", muestra una pareja de amantes a los que la cotidianidad amenaza con consumir; Geney Beltrán Félix, en "Sara antes del fuego", ofrece el retrato de una familia de víctimas y victimarios; Jaime Muñoz Vargas, en "Mamá te habla", recurre al chantaje familiar; Ignacio Mondaca Romero, en "Entrevistando a Bogart", sorprende con la muerte de un hombre que parecía inmortal; Keith Ross, en "Historia policiaca", delinea a los habitantes de un pueblo que puede estar en cualquuier parte; Juan Esmerio, en "Hermosa manera de encontrar frescura", tiene un encuentro amoroso en una playa desierta; Cecilia Rojas, en "El viajero", hace que un hombre despierte en un lugar que le es por completo desconocido; Claudia Reina, en "Virginia", vuelve cotidiano lo absurdo; Mariel Iribe, en "Una casa con jardín", desnuda la vida de un matrimonio disfuncional; Edith Villavicencia, en "Sal de mangle", presenta a una mujer que puede curar todos los males; Jesús Alvarado, en "Bajo este cielo desperdiciado", dibuja la marginalidad que deriva del delirio y el sueño; Gerardo H. Jacobo, en "Matices", ironiza con la figura de un hombre que combate su deseo por una mujer que ya no está; César Ibarra, en "Canto número tres", narra un encuentro amoroso; Alma Vitalis, en "Instrucciones para matar al enemigo", se deshace de una rival en amores; Aleyda Rojo, en "Las hijas del carnicero", seduce con tres mujeres inmunes al paso del tiempo; Agustina V. Torres, en "La musa y sus caprichos", envuelve al lector con un personaje que se retrata a sí mismo; Ernestina Yépiz, en "La escribiente", fragmenta a una mujer en dos, quien sueña que no es sino el sueño de otro sueño; Eduardo Ruiz, en "Madame Jazmine, o noticia de la decapitación", plantea las incógnitas que suscitan las ausencias de aquellos que desaparecen y nadie sabe si habrán de volver.