Recién asumido su cargo de Embajador ante la Santa Sede, a Ricardo Caballero se le facilita colmar su inquietud de estudioso de los orígenes del cristianismo: investigar en el Archivo secreto de la Biblioteca Apostólica. Sin embargo, la aparición de una extraña monja, su ayuda para acceder al área reservada del Archivo Secreto, el hallazgo de un manuscrito, las consecuencias que sobrellevará y el efecto desastroso para la credibilidad de la Iglesia, forman el tejido de esta obra. El Papiro de Susana, conservado por milenios en el seno del Archivo Secreto de la Biblioteca Vaticana, da a conocer la respuesta de Jesús a Susana, su hermana menor, quien lo interroga en la vigilia de su último viaje a Jerusalén. En esa conversación, Jesús quiso dejar testimonio de quién era realmente y de lo que había predicado. Dio a Dios lo que es de Dios, y se dio a sí mismo lo que es del César. Pero, más allá de pedir a sus discípulos de callar o no de utilizar ciertas expresiones, o de solicitar a quienes se curaban por la fe de no relatar lo sucedido, sobre todo de no magnificar ciertos hechos, no fue posible lograr nada y terminó siendo divinizado. A pesar de todo, tarde o temprano la verdad de Jesús iba a prevalecer sobre dos mil años de ocultamiento. Desde mediados del segundo siglo, la Iglesia había empezado a erigir lo que Ricardo Caballero considera una Era Oscura sobre el Jesús histórico. Un hombre que acogió la condición humana en toda su limitación, fue convertido en piedra de escándalo para usar sus propias palabras.