Se reúnen doce testimonios escritos por Antonio Alatorre; algunos se publicaron, otros aparecen por primera vez. En uno de los dedicados a Octavio Paz, cita a Voltaire: "On doit des égards aux vivants; on ne doit, aux morts, que la verité". Y es ése, precisamente, el homenaje que aquí rinde a las figuras de Daniel Cosío Villegas, María Rosa Lida, Alfonso Reyes, Octavio Paz y Tomás Segovia (el orden corresponde al año de escritura del testimonio). En esta obra encontramos también una entrañable y vívida semblanza de aquel "Centro de Estudios Filológicos" (1947-1962). Con sensibilidad e inteligencia, Alatorre brinda un sentido del espesor y complejidad de las personalidades de estos hombres y mujeres y de su trabajo, sin eludir sus gestos cotidianos, sus vanidades y sus contradicciones; y lo hace con la sinceridad, la generosidad y la honestidad del que ajusta cuentas con mentores y colegas, al mismo tiempo que las ajusta con él mismo.