El afán sistemático de esta poesía no está reñido con el afluente lírico que Castellanos ha prodigado en sus otros poemarios, acaso se percibe orientado a «contener» esa misma prodigalidad y decodificar las posibilidades expresivas de la versificación. Por eso impone un ritmo al fluido de la Forma, se nutre de cadencias «interiores» en los recodos estróficos; esta pertenencia/permanencia hace del poema un torrente que decanta las filigranas estilísticas de la tradición, al mismo tiempo que conduce la materia feraz del discurso poético.
Habrá que apropiarse de este Caudal con una lectura más allá de lo fortuito, ir tras lo que expende, privilegiar la densidad de sus figuraciones, dejarse persuadir de que la lengua es pródiga, y su mercancía, en manos y voz del poeta, siempre deslumbra.