El estudio de las ciencias, de la literatura, de las artes liberales y, particularmente, de la historia y la geografía de nuestro país, fue el objetivo de la Sociedad Científica Artística y Literaria El Porvenir.

Su organización permitía la admisión de socios sin distinción de sexo, nacionalidad o posición social. “Se admitió como socio al hombre de educación y buenos principios.” Hubo cinco clases de socios: fundadores, activos, honorarios, colaboradores y corresponsales. Todo socio activo se obligó a presentar, en el periodo de un año, tres trabajos sobre ciencias, artes liberales o literatura.^[1]

El primer local que ocupó la Sociedad estuvo en la calle de Las Moras número 10; después ocupó el salón que le proporcionó el Círculo de Obreros, para que efectuara sus sesiones los viernes de siete a nueve de la noche.^[2] Más tarde, en 1878, las sesiones tuvieron lugar los lunes.

El órgano divulgador de esta agrupación fue la revista mensual El Estudio (México, 1877-1878), donde se dieron a conocer los trabajos de sus miembros.^[3] Los gastos de la asociación se cubrían con las cuotas que voluntariamente entregaban sus socios.

La mesa directiva que rigió en 1875 el cuarto año de su establecimiento, estuvo integrada por los señores Benigno Prieto, como presidente; Manuel M. Ortega, como vicepresidente; Juan R. Arellano, como primer secretario; Miguel A. O’Gorman, como segundo secretario; Ignacio Rivero, como tesorero y Teófilo R. Arellano, como bibliotecario.^[4]

En el segundo tomo de la revista El Estudio, Joaquín M. Alcíbar habló de la suspensión que tuvo que sufrir por algún tiempo el periódico; transcurrido ese lapso, continuó su publicación dando a conocer “los ensayos de una juventud que animada por el deseo del adelanto, da sus primeros pasos por el sendero del progreso”.

Los poemas allí publicados pertenecieron a los socios Eliseo Aguilar y Medina, Manuel P. Cervantes, Teodoro Soto, Joaquín M. Alcíbar, Laureana Wright de Kleinhans, José Carrillo, Miguel A. O’Gorman, Juan Pablo de los Ríos, Francisco de P. Urgell, Francisco Castro, José Rosas Moreno y Joaquín Trejo. Este último contribuyó con un poema titulado “En el panteón del Tepeyac ante el cadáver del ilustre maestro Ignacio Ramírez.”

Los temas que se trataron en los artículos publicados por la revista fueron de diversa índole. Citemos entre ellos los escritos por el socio Juan R. Arellano, uno de los colaboradores más asiduos: “¿El suicidio es un derecho en el hombre?”, “Conveniencia e inconveniencia del duelo llamado generalmente desafío”, “Hidrofobia rábica”, “Sobre la clorosis”, “Algo sobre la sangre”, así como otros escritos pertenecientes a Teodoro Soto y Francisco Flores Gardea, sobre la necesidad de la educación moral e intelectual de la mujer y “La falta de una historia general de México”, respectivamente.

En la velada literaria que organizó esta asociación el 3 de mayo de 1873, Manuel Acuña, pocos meses antes de su dramático suicidio, leyó su poema “Nada sobre nada”.^[5] En los funerales del malogrado poeta la sociedad estuvo representada por Juan Ramírez Arellano y Francisco de A. Lerdo.

Cuando se celebraban las sesiones de aniversario de esta corporación, El Liceo Hidalgo solía enviar una comisión que lo representase.^[6]

Posiblemente esta agrupación continuó trabajando hasta 1880, fecha en que se efectuó una velada literaria en el Salón del Gran Círculo de Obreros. En ella tomaron parte Hilarión Frías y Soto, Juan de Dios Peza, Joaquín Trejo y Juan Ramírez de Arellano.^[7]

Lista de socios de la Sociedad Científica Artística y Literaria El Porvenir.^[8]