Enciclopedia de la Literatura en México

La literatura en tsotsil (1996-2017)

Mikel Ruiz
18 sep 2019 11:01

mostrar Introducción

El presente artículo propone una revisión de lo escrito en lengua tsotsil desde 1996 hasta la fecha. Para ello se revisa con detalle el paso de la oralidad a la escritura en dicha lengua y cultura, así como las implicaciones que este proceso tuvo en los autores. La importancia de mirar y mostrar la literatura escrita en lengua tsotsil sirve para actualizar, y quizá aclarar, la idea de que por literatura “indígena” se ha entendido su carácter eminentemente antropológico.

Esta muestra implica lo que Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno habían planteado como necesario para hablar de literatura, “[a partir de la obra de quienes] dan el salto a ser creadores y se asumen por primera vez como escritores y reflexionan sobre sus propias lenguas y se atreven a conocerlas y a experimentar con ellas, con su realidad literaria, y a tomar parte en los organismos literarios regionales y nacionales”,[1] y, se agregaría, internacionales.

Los autores mencionados se han formado en espacios como el local y civil unemaz (Unidad de Escritores Mayas-Zoques A. C.) así como en los nacionales e institucionales fonca y snc. En la actualidad escriben de manera independiente. Se ha tomado como criterio principal que cada autor haya publicado una obra. El recuento, ordenado cronológicamente, comienza con la narrativa, después con la poesía, la dramaturgia y, por último, el ensayo. La mayoría de estos libros están publicados originalmente en tsotsil-español. Los mismos escritores traducen sus trabajos de un idioma a otro,[2] o escriben de manera alterna. Se parte de la siguiente premisa: cada autor asume una postura política y estética al momento de escribir y autotraducirse. Las versiones del español que se muestran, para efectos de su comprensión, son hechas por los propios autores, de no ser así se aclara en su momento. En cambio, los lectores tienen la libertad de acercarse en la versión que más les acomode sin ningún prejuicio. En mi caso leo en los dos formatos.

mostrar De la oralidad a la escritura

En el artículo “Contar y recontar: Aproximación al análisis de recursos estilísticos en la narrativa tzotzil” (1996), Guadalupe Olalde Ramos revisa “el paso de la oralidad a la escritura”, proceso en donde “coexisten rasgos de narrativa oral con elementos propios de la narración escrita”.[3]

Olalde Ramos define algunas características de esta literatura tales como el paralelismo (sintáctico y semántico), la adjetivación, la enumeración, el pleonasmo, la moraleja y la explicación del origen de algo. El corpus que la autora estudia proviene de Cuentos y relatos indígenas (1989-1994), recopilación que hizo el Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y el Estado de Chiapas (cihmech-unam), como resultado del concurso “Memoria y vida de nuestros pueblos” lanzado a partir de 1986 bajo el gobierno de Miguel de la Madrid.

En Raíces de la ceiba. Literatura indígena de Chiapas (2004), Micaela Morales López se detiene “en la literatura indígena de Chiapas en las últimas décadas del siglo xx”,[4] misma que “se encuentra íntimamente relacionada con la historia, las costumbres y las tradiciones ancestrales, pues se trata de una literatura conservada de generación en generación”.[5]

El corpus que la autora considera como “literatura indígena contemporánea” está situado en la última década del siglo pasado, el cual “no presenta la complejidad del cuento moderno, tampoco se trata de relatos orales puros; sino textos que reflejan un proceso de transición entre oralidad y la escritura”,[6] con el que estudia el “transvase” de la oralidad a la escritura.

Por su parte, Jesús Morales Bermúdez y Magda Estrella Zúñiga Zenteno plantean una “literatura indígena” en su artículo “En torno a la literatura indígena de Chiapas” (2006), en donde “intenta hurgar los caminos de su construcción, lo mismo que sus avances formales y estéticos”.[7] Mas al entrar en su estudio aclaran que: “Son más los tratamientos antropológicos que literarios los habidos hasta el momento y difícilmente escapamos a los considerandos ya propuestos hacia saltos novedosos en los campos de la estética”.[8]

El corpus que Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno revisan en lo que respecta a la poesía proviene de la colección Letras Mayas Contemporáneas, financiada por el Instituto Nacional Indigenista hasta finales del siglo xx, y de la antología Delirio de sombras (2004), publicada por el Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura de Chiapas (celali). En esta sección Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno señalan que hay mayor dinamismo en la forma y contenido poético en la mayoría de las obras provenientes de jóvenes que exploran “derroteros verbales, figurativos, rítmicos, de manera explícita, construyendo un camino por el que habrá de renovarse la poesía y vigorizarse la propia lengua”.[9] Hablan en especial de Alberto Gómez Pérez, escritor tsotsil, a la par de uno en tseltal, Buffalo Conde, los precursores de la escritura poética en ambas lenguas.

En cuanto a la narrativa, Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno parten del corpus de relatos orales que habían sido publicados en Selección de cuentos de la sierra (2001). Señalan que, hasta ese momento, este género literario no contaba “con versatilidad” ni con una amplia libertad formal.[10] Este comentario se centra en relatos tradicionales que son “emparentados con los de tradición europea, de manera reiterada e inagotable, las versiones de un mito o relato son abundantísimas y sus variables tienen más que ver con su extensión que con la sustancia”.[11] En todos estos trabajos, agregan, se deja de lado la historia reciente y el juego de la imaginación.

El estudio de Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno, así como el amplio trabajo de Carlos Montemayor,[12] da cuenta de una narrativa menos desarrollada que la poesía. Sin embargo, cabe mencionar el trabajo de René Correa Enríquez en su Paseos por la narrativa chiapaneca de ficción (2008), dentro del apartado “De la oralidad a la composición en el paisaje narrativo en lenguas originarias de Chiapas”. En esta sección el autor analiza mediante los recursos de la narratología dos cuentos de Nicolás Huet Bautista, en tsotsil, y Josías López K’ana, en tseltal, considerando ambos relatos como ficciones alejadas de la simple transcripción de la oralidad.

Como señalé en un estudio de 2015 sobre un cuento de Nicolás Huet Bautista,[13] a partir del año 2000 la producción literaria en tsotsil y tseltal aumentó en gran número y calidad. Para efectos de este panorama, en vez de remarcar el inicio de esta actual literatura con la aparición de la antología Palabra conjurada, cinco voces cinco cantos (1999), se vuelve la mirada hacia 1996. En este año aparecen los primeros trabajos que implican ya una búsqueda formal y estética en términos de creación literaria.

Esta nueva literatura tuvo que ver con la influencia y el esfuerzo de dos grandes formadores y conocedores de la literatura universal: Carlos Montemayor (†) y José Antonio Reyes Matamoros (†). ¿En qué medida intervinieron ambos personajes? En el siguiente apartado se verá el contexto en que la escritura se aparta de la oralidad y se asienta en la creación literaria propiamente dicha.

mostrar Contexto: de la repetición a la creación literaria

Al margen de la literatura nacional, a finales del siglo xx San Cristóbal de Las Casas se convierte en el lugar por excelencia donde surgen los escritores actuales en tsotsil. Es la misma ciudad que en los años cincuenta se usó para el asentamiento del Instituto Nacional Indigenista y que en 1994 fue asaltada por el ezln. Ambos movimientos tienen huellas en los centros y asociaciones civiles que dieron un giro a las formas de expresión cultural y artística de los sots’il viniketik (hombres murciélagos), los hablantes de la lengua tsotsil (sots’, es decir, murciélago).

Una de las primeras asociaciones que surgieron para promover el arte y la literatura en tsotsil y tseltal es Sna Jts’ibajom (La Casa del Escritor), Cultura de los Indios Mayas a.c., creada en 1982. Esta asociación congrega a quienes buscan formarse como escritores, pero su mayor fuerza se perfila en el teatro.

En 1991 un grupo de jóvenes interesados en la difusión y escritura de su propia lengua y cultura, encabezados por Jacinto Arias, creó la Unidad de Escritores Mayas-Zoques a.c. (unemaz). Este espacio se convierte en una de las instancias no gubernamentales de gran importancia para la formación de escritores, pues de ahí salen los escritores que destacan actualmente en la literatura con numerosos reconocimientos.

A principio de los noventa Carlos Montemayor trajo consigo a Chiapas un proyecto de formación y asesoría con las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (fonca). Muchos miembros de la unemaz fueron partícipes del proyecto y como resultado sus trabajos fueron incluidos en la colección Letras Mayas Contemporáneas (1993-1998).

En plena explosión del ezln, la llegada del escritor José Antonio Reyes Matamoros a San Cristóbal de Las Casas influyó de manera decisiva en la unemaz. A diferencia de Montemayor, Matamoros implementó diplomados a través de la Escuela de Escritores del Espacio Cultural “Jaime Sabines” de la sogem, en donde otorgó becas a muchos de los integrantes de la unemaz para que asistieran a cursos de formación con escritores profesionales invitados. Uno de los resultados de esta iniciativa fue la publicación del libro colectivo Palabra conjurada (Cinco voces, cinco cantos) en 1999, bajo el sello editorial del Espacio Cultural “Jaime Sabines”. En esta antología aparecen autores como Nicolás Huet Bautista, Ruperta Bautista y Enrique Pérez López, el primero en cuento y los últimos dos en poesía.

Con la creación del celali en 1997, como respuesta a las demandas del ezln, mediante concursos y certámenes literarios comenzó su actividad de difusión presentando una serie de antologías bajo el nombre de Y el bolom dice… en el género de narrativa, que se compone de nueve volúmenes en total, inicia con el Vol. I en 1999 y cierra con un compendio titulado Venimos a este lugar en 2007; en el género de poesía, con el premio Pat O’tan, celali reconoció el trabajo de poetas en las lenguas tsotsil, tseltal, ch’ol y zoque.

La contribución del celali, en materia de formación, se debe a la creación de diplomados y seminarios de análisis y composición literarias, teniendo como instructores al mismo José Antonio Reyes Matamoros, a los poetas Ulises Córdova y Waldemar Noh Tzec, por mencionar a algunos. En estos cursos participaron autores como Raymundo Díaz Gómez, Ruperta Bautista, Manuel Bolom Pale, Roberto Pérez Sántiz, Angelina Suyul, María Concepción Bautista, aún con obras inéditas.

La unemaz continúa formando autores a través del “Taller de creación literaria tseltal-tsotsil: Juan Gallo”, en su versión 2018-2019, dirigido a jóvenes “interesados en profesionalizarse como escritores”, según especifica en la convocatoria. Asimismo, es importante reconocer el taller de creación literaria impartido por el escritor Alejandro Aldana Sellschopp, como parte de las actividades implementadas por la Organización Cultural Abriendo Caminos: José Antonio Reyes Matamoros a.c., fundada desde 2015.

La existencia de estos espacios ha sido fundamental para que, en el poco tiempo que lleva desarrollándose, la lengua tsotsil tenga presencia en la literatura. Como en la mayoría de los idiomas de Chiapas y México, no hace más de tres décadas que el tsotsil empieza a escribirse, hasta entonces con pocas normas establecidas para las múltiples variantes, de las cuales el inali ha catalogado siete: el tsotsil del este alto, el del noroeste, el del norte bajo, el del centro, el del este bajo, el del norte alto y el de los Altos.

mostrar Narrativa: de la oralidad a los relatos de ficción

La narración de mitos y leyendas ha tomado una nueva vertiente que da paso a la creación literaria en relatos[14] que podemos llamar de ficción, tomando en cuenta que “crear es producir intencionalmente sorpresas eficaces. No puede ser automática ni ciega... pero tampoco repetitiva, ya que debe producir alguna novedad. Asimismo, no puede ser arbitraria, ha de resultar eficaz para algún propósito”.[15]

Enrique Pérez López, originario de Chenalhó y psicólogo de formación, publica en 1996 su libro Alperes: te’tikal mut = El pájaro Alférez, como resultado de la beca del fonca en la emisión 1993-1994. Autor de libros de leyenda como El k’ox. El niño que se transformó en sol (1995) y Yalan bek’et = Bájate carne (1995), al inicio de El pájaro Alférez Pérez López ofrece un contrato de lectura: “Ahora, como otra forma de entretener nuestro corazón, cuando estamos despiertos algunos distraemos nuestra mente en la escritura, estampando en el papel lo que pensamos, escribiendo lo que distrae nuestro corazón”.[16]

El primero que tenemos como referencia en la narrativa, en El pájaro Alférez nos enfrenta a grandes sorpresas. Pérez López establece una distancia con lo tradicional o antropológico[17] al tratar temas sociales como la pobreza, o la vida cotidiana de una familia, desde la visión y forma de pensar de los personajes.

En tres de los siete relatos figuran dos protagonistas principales: un perro y un niño: “El perro”, “K’ox y el dueño del agua” y “El toro”. Las tres historias no ofrecen algún grado de continuidad entre una y otra, ni pertenecen a la misma temporalidad. Cada una tiene su propia trama y unidad de sentido. En términos del personaje, el autor conoce profundamente el papel mítico de K’ox[18] en la cultura tsotsil; sin embargo, en este libro lo despoja de su condición mítica y lo humaniza dentro de una familia común y corriente. En el aspecto formal, el autor muestra una organización consciente en cuanto a la estructura y la estrategia narrativa empleada. Carlos Montemayor afirma también que esta obra “constituye un estupendo ejemplo del arte narrativo moderno”.[19]

El uso del narrador en estos relatos ocupa un papel importante. Contadas en la voz de una tercera persona, no es estrictamente un omnisciente. Esto se percibe claramente cuando en el primer relato el narrador juega con el lector: “Tal vez sucedió hace mucho tiempo —o quizá haya pasado en estos días aún— lo que aquí les voy a contar” y, al final del segundo: “En casa tenemos un pequeño, el último de la familia. Ahí está el K’ox”.[20] El narrador es alguien cercano a los personajes, si bien no se precisa si es el mismo K’ox de anciano, sí se percibe un lenguaje familiar tanto en los inicios como en los finales de cada relato, excepto en el tercero en donde la voz omnisciente cobra mayor neutralidad.

En el relato “Echeverría”, en cambio, Pérez López narra un problema de identidad cuando el personaje se transforma al despojarse de su vestimenta común y la cambia por una de ladinos. Sus amigos se burlan de él comparándolo con el presidente del país, al final el personaje termina presentándose como Echeverría, lo cual genera una lectura irónica del cambio de identidad.

El pájaro Alférez es la única obra narrativa de Pérez López. El autor incursiona en otros géneros, la poesía y el ensayo, como mencionaré en su momento. Mientras tanto, en 2001, Nicolás Huet Bautista, originario de Huixtán y antropólogo de formación, publica su libro Ti slajebal lajele = La última muerte (Ediciones de El animal, 2001/ eliac, 2007). Miembro fundador de la Unidad de Escritores Mayas-Zoques, Huet Bautista hace un salto notable en cuanto al tratamiento formal y de contenido en los tres relatos que conforman la obra.

La última muerte, escrito con el apoyo del fonca durante la emisión 1999-2000, es un libro que muestra una búsqueda estética y poética en la narración. En los tres relatos se percibe un claro e intencional juego de narradores y estructuras. “La estructura del cuento 'La última muerte' concierne a ciclos temporales y rituales. Las dos voces, la del sujeto en la dimensión de la realidad y la del ch’ulel de la dimensión de la oralidad componen el universo de la narración”.[21] Este es un gran aporte para el desarrollo de la narrativa, muy distante de las formas orales.[22]

La estrategia narrativa en La última muerte es del cuento moderno si consideramos la linealidad temporal en dos de los relatos (“Tsajal chuvej” y “La montada”) y la voz narrativa en tercera persona del omnisciente, del segundo. En particular, en el relato “La última muerte” se observan mayores juegos estilísticos al romper con dicha linealidad temporal, incluyendo el de la voz narrativa al mezclar la voz en primera persona (la del personaje principal) con la de la tercera persona del narrador omnisciente. Esto hace que la narración adquiera una estructura elíptica al entrar y salir, incluso paralelamente, de ambos narradores[23] en la historia.

Ya desde su primer cuento “Paso a paso”, en Palabra conjurada: cinco voces, cinco cantos (1999), el autor centra sus relatos en la vida cotidiana de sus personajes. En cuanto al libro La última muerte sobresale el tema de la violencia, incluyendo el de la experiencia de terror y locura, dentro de un paraje inundado de pobreza y en la creencia de un mundo de maldades generadas por la envidia y por la lucha de poder entre los propios vecinos y familiares.[24] Si bien permanecen elementos de la oralidad como los rezos —con marcas orales como el paralelismo y la redundancia— y la creencia sobrenatural de seres poderosos, éstos son tratados de manera estética para lograr un efecto literario con mucha tensión.

La mezcla intencional de varias dimensiones temporales en un solo relato, usando elementos de la anacronía (retrospección y prospección), es resultado del claro conocimiento del autor de estar en el espacio de la ficción, lo que genera en el lector una experiencia estética distinta a la difundida por la antropología del siglo xx. Estas herramientas, a decir de Reyes Matamoros, no demeritan el mundo cósmico del propio autor, muy al contrario, “el autor expone con pulcritud sus narraciones; gana el cuento como género dinámico, fortaleciéndose con la cosmovisión tsotsil”.[25]

Las formas y estrategias narrativas que acabo de mencionar del libro de Huet Bautista no agotan la lectura. Estos relatos abren muchas posibilidades y enfoques de lectura e interpretación, lo que implica buscar aparatos teóricos pertinentes para acercarse de una mejor manera a sus significados y comprender la conflictiva relación humana entre diferentes formas de pensar y existir. Al igual que Pérez López, Huet Bautista no ha vuelto a publicar otra obra de narrativa.

Vale la pena mencionar que por esta misma época José Alfredo López Jiménez, de Chamula, literato y lingüista de formación, publicó Kurumal bak = Escarabajo de hueso (celali, 2003). Dirigido al público infantil, el relato es narrado en primera persona. El personaje no parece ser precisamente un niño sino alguien que recuerda un acto negativo por la forma en que trataba a los insectos al encerrarlos en una caja de cartón: “¿Puedes imaginarte cómo sufrían esos insectos al morir de hambre dentro de la caja?”,[26] interpela a un oyente o lector ficticio. La visión del personaje-narrador sobre dichos insectos cambia cuando hace lo mismo con un escarabajo que cada mañana se convierte en un hueso humano, el narrador, como castigo, debe sacarlo a tirar después de levantarse todos los días.

El breve relato de López Jiménez genera una sensación de terror, no sin evocar un tratamiento kafkiano o, mejor aún, roaldiano. Este comentario puede parecer exagerado, sin embargo, reducir el trabajo del autor a lo “indígena” es más rudimentario, incluso discriminatorio. López Jiménez, becario del fonca en la emisión 2011-2012, cuenta con una formación artística y profesional en literatura, lo cual implica un conocimiento sobre distintos géneros y concepciones literarias, además de poseer lecturas de obras de otras tradiciones y culturas. Al igual que Pérez López y Huet Bautista, López Jiménez tampoco ha vuelto a publicar en este género. A diferencia de los poetas, parece ser que los narradores han tenido mayores retos para seguir publicando pues, hasta el momento, ninguno de los han sido mencionados ha dado a luz una segunda obra en este género.

mostrar Poesía: la ruptura de la tradición

Cuando hablamos de tradición en poesía nos referimos a su antecedente inmediato como los rezos y las plegarias. Es inevitable, por tanto, recurrir a una pregunta: ¿cuál es la poesía que desarrollan los escritores actuales? Como asegura Morales Bermúdez, “la tradición propia a todo quehacer literario, a toda propuesta artística, sostiene formas perdurables”.[27] En esta reciente escritura de la poesía, ¿es la oralidad la que ejerce, en gran parte, un peso determinante y la que confiere una de las características de la tradición poética en esta lengua? Me parece que no es del todo así.

Formalmente es Alberto Gómez Pérez (1966) el primero en asumirse poeta en tsotsil. Originario de Huitiupán y promotor cultural, sus primeras publicaciones se encuentran en Flor y canto, cinco poetas del sur (1993), junto a Briceida Cuevas, bajo la selección de Ramón Bolívar. Miembro de la Unidad de Escritores Mayas-Zoques desde su fundación, su primera obra personal se titula Sk’evo kajvaltik xchi’uk yalab snich’nab = Palabras para los dioses y el mundo (ini/ Fundación Rockefeller, 1996), resultado de la beca del fonca en la emisión 1994-1995.

En este libro, con una influencia determinante de los rezos tradicionales en la mayoría de sus poemas, el autor trata de generar, estructuralmente, un sentido dialógico entre el sujeto poético y su abuela, sus padres y amigos. Es un diálogo entre la tradición y el nacimiento de una voz poética que cuestiona su realidad social y condición humana. El sujeto poético trasciende el tema de la oralidad para pasar a lo familiar y a lo social.

La participación de este sujeto poético, si bien breve, es la que irrumpe en un contexto social marginado por la política, por la educación, por la cultura, lleno de pobreza. Sin embargo, no deja de buscar un discurso estético, la belleza de metáforas e imágenes:

Alak’ sba le nichim chlok’ ta jeke
xchi’uk sk’uxul o’ntonale
alak’ xa sba tzebakil uk’um chjul ta jol
abol xa sba x-evajetik xchi’uk j-aranaetik
solel me’anal k’anal nichim xa yilel
ja’ no xveseset le sakil nichim ta ak’abale
xchi’uk le mujil nichim k’epelaltike

Flores bellas nacen en mi boca
con rodajas de pasión.
Sirenas imaginarias fabrica mi mente
con evas y adanes sufrientes
jacarandas tristes
margaritas de la noche
y jazmines del desierto.[28]

Después de Palabras para los dioses y el mundo, Gómez Pérez publicó su segundo libro Ak’o mu xtup’ sat le jtotike = Que no se apague el sol (celali, 1997). En esta obra se aprecian voces de curanderos, amigos y compadres que rezan, que opinan, muy a la forma de un poema conversacional, que reclaman e invitan a escuchar los cantos tradicionales para curar el espanto y el olvido. No hay una voz poética definida, todos tienen su lugar. Gómez Pérez busca un nuevo ritmo, una composición nueva al romper con la transcripción o “transvase” de la voz oral a la escritura. En este sentido el poemario crea un espacio colectivo, una polifonía o concierto de voces basado en una estructura díptica y encadenada.

Dentro de los premios de poesía Pat O’tan entregados por el celali, en 1999 Gómez Pérez obtiene el primer lugar con el libro Yok’el k’ak’aletik = Llanto del tiempo (2000). Estructurado en tres secciones, en este trabajo hay una búsqueda de definición de una voz lírica que salta de la oralidad, de la estructura repetitiva de los rezos, a una expresión breve y personal. Las emociones y preocupaciones de un sujeto ocupan un espacio mayor, lleno de melancolía y de nostalgias. La voz de los abuelos, de los curanderos y de las parteras se va a un segundo plano, ocupa el lugar de los recuerdos, de lo que fue y tuvo influencia en el sujeto, mas ya no pesa en el poemario como en los primeros libros.

Llanto del tiempo (2000) puede leerse como un puente entre las primeras dos obras de Gómez Pérez y la última publicada en 2012, K’unk’un lajel = Muerte lenta, al saltar del uso formal de voces que rezan y aconsejan a la voz individual, una enunciación íntima y humana que padece dolor, tristeza y desengaños. En Muerte lenta el sujeto lírico se presenta con mayor fuerza y sentimiento. Se aprecia un mayor recurso estilístico y abstracción en el lenguaje poético. Además, hay también una definición clara del tema: la memoria.

Es importante notar que en la escritura de este libro, si bien es bilingüe como los anteriores, Gómez Pérez lo hace desde el español, el formato bilingüe lo da la traducción al tsotsil hecha por Enrique Pérez López. Este ejemplo de traducción no es común ni en los poetas ni en los narradores en tsotsil o tseltal ya que ellos mismos, como hemos visto en otros autores, se auto-traducen. Muerte lenta, en cambio, es una muestra de la delgada línea que divide las variantes lingüísticas, pues ambos poetas son hablantes de distintas regiones, y, sin embargo, producen un poemario de alto nivel. En la práctica poética se rompe tanto el uso del tsotsil por el autor al crear en español, como por el de quien traduce.

Es impresionante cómo Gómez Pérez logra consolidar su voz en esta obra con propuesta temática, ritmo y musicalidad nuevos. La fuerza con que estampa cada verso en las hojas demuestra que el autor dialoga con el propio lenguaje. La soledad, la angustia, el coraje por el olvido, la ausencia de alguien y el desamor dejan de ser sólo subtemas sino problemas humanos, universalmente padecidos por grandes poetas.

En el transcurso de las secciones que componen el libro vemos que la memoria de un sujeto teme al olvido, cada verso intenta llenar dicho vacío. La lectura de la obra de Gómez Pérez evoca otras voces poéticas como la de José Emilio Pacheco,[29] cuando por ejemplo nos encontramos con un fragmento del siguiente poema: “Mo’oj. Li’e mu’yuk jech xk’ot,/ ja’ no’ox vochvunel xvilet, stuk,/ ta lamal toketik,/ xchi’uk xch’ail ts’uts’el ta yayijem yanal eil (No. Aquí nada sucede,/ sólo ruido en vuelo, solitario,/ con nubes plácidas,/ y besos amargos en labios heridos)”.[30]

Esta obra, sin lugar a dudas, ofrece mayor compromiso en la búsqueda estética, incluyendo atrevimientos formales: “Jlik lubem pok’ ta slilinbe stanil./ Jk’anvanej k’upinbail jok’ajtik ta nichim amuil (Una sábana cansada desempolva./ Amantes deseos cuelgan de pétalos, aromas)”.[31] El lenguaje, que a veces pareciera cotidiano, se vuelve complejo, una apuesta mayor de cualquier poeta que lidia consigo mismo, continuamente contra sus propios fantasmas, temores, dudas, sentimientos y amores. Gómez Pérez es actualmente una de las voces más representativas.

Con este mismo nivel de desarrollo se puede hablar de Ruperta Bautista [Vázquez] (1975), la primera mujer que asume ser poeta en este idioma. Nacida en San Cristóbal de Las Casas, de padres provenientes de Huixtán y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2017, Bautista Vázquez ha publicado tres libros de poesía. Como alumna de José Antonio Reyes Matamoros, aparece en Palabra conjurada con el poemario “Lunex ti ch’enal o’ = Lunes en el pozo”. En este conjunto de textos la autora irrumpe con una voz recia y retumbante criticando al sistema opresor. El contenido principal es la violencia, aludiendo a la matanza de Acteal en 1997, con una libertad formal que rompe con los cantos tradicionales.

En 2002 Bautista se hace merecedora del premio de poesía Pat O’tan. Como resultado de este logro, publica su primer libro Ch’iel k’opojelal = Vivencias (2003). La autora continúa su mirada crítica sobre la violencia padecida por la ideología opresora. La obra privilegia la voz de un sujeto lírico que se alza sobre las maquinaciones y el salvajismo con que “Hombres fugaces” y de “terribles pensamientos” quebrantan a los pueblos, su pueblo, como en la primera sección: “Sat ak’ubal k’atajem/ ta xambal jteklumetik./ Jlajeletik xchi’uk jch’ayeletik te o’ntonal, lajik te vokolil,/ sbek’talin stakopalin lajelal,/ nopol xa xa’iik ye sti’ lajelale (Rostro de noche disfrazado/ en peregrinar de pueblos./ Muertos y olvidados beben dolor,/ destrucciones en su piel,/ a sus oídos llega la voz de la muerte)”.[32]

Luego los poemas ceden espacio a otras preocupaciones más centradas en las formas de pensar y creer el mundo de su pueblo, cantos que reviven la voz de una curandera, las huellas de una tejedora, de un leñador o un anciano develando misterios.

La segunda obra de Bautista, Xchamel ch’ul balumil = Eclipse en la madre tierra, se publica en 2008 por parte de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los pueblos Indígenas. En este trabajo se percibe una madurez en cuanto al uso estético del lenguaje poético. El tratamiento estilístico confiere una forma y sentido a ese momento único entre la agonía y la muerte, que su tema particular: “Ti tsebe xvilbatel ta suk kajal/ sk’ak’al k’ixnal ak’bal./ Stij likel k’unil kuxlejal/ te s-umal lo’il pujpunel o’ntonal. (Una joven vuela a la séptima/ brasa de la ardiente noche./ Toca la debilidad/ en la muda palpitación)”.[33] Instantes grises y oscuros, cantos lúgubres que se ofrecen como vías de comunicación entre el sujeto poético y la presencia de espectros antiguos.

El silencio y la nostalgia generan una nueva experiencia de lectura, el sentido de lo perdido o a punto de desaparecer en los recuerdos, frente al lenguaje otro de las nuevas generaciones de poetas. La poesía de Bautista se impone con una fuerza expresiva, en estrofas y versos que sintetizan lo inevitable, lo ininterrumpido: la vida y la muerte. Eclipse en la madre tierra, a decir del poeta Marco Fonz de Tanya, “es un poemario lírico con fuerza explosiva en los tropos e imágenes que conforman cada verso”.[34] Una obra que reúne aprendizajes, dudas y replanteamientos filosóficos del sentido universal y humano de la efímera existencia del hombre, envuelta en un halo cósmico, espiritual, formas de pensar no tan distantes de otras culturas y tradiciones, pero sí de la expresión estética y poética desarrollada.

En otro documento he dicho sobre el trabajo de Bautista,[35] que la voz autoral en su obra se presenta en omnisciente, todos los sujetos son referidos en tercera persona, particular estilo de la poeta al plantearse esta forma de expresión estética, lo cual no demerita su aporte sino al contrario, la fortalece y universaliza.

La línea temática trazada por Bautista en Xchamel ch’ul balamil se traslada y profundiza en un nuevo libro, Xojobal jalob te’ = Telar luminario (Pluralia ediciones, 2013). En esta obra la escritora, en términos formales, despliega su búsqueda estética, pero en cuanto al contenido hace un repliegue sobre los significados y sentidos de la vida de un pueblo que sobrevive siglos con su debida transformación, ganancias y pérdidas, fragmentaciones y discontinuidades.

En Telar luminario el nivel de abstracción es mayor en tanto búsqueda de un nuevo lenguaje, cómo interpretar y comprender los conocimientos ancestrales en un presente otro, distante y salvajemente neoliberal. Esta obra muestra una atención, casi nostálgica, de los conocimientos y perspectivas propios de la cultura sobre el mundo y los elementos que rodean al sujeto poético para inmiscuirse en la complejidad de la escritura, del acto poético.[36]

Aquel que quiera realizar un estudio y análisis interpretativo en la obra de Bautista tendrá que atenerse a una lectura detenida, en la versión que le parezca accesible. Como ha dicho Reyes Matamoros, aquellos que piensan que con las herramientas literarias occidentales los narradores y poetas en lenguas mexicanas perderán su cosmovisión, están en un error, “ese juicio se sustenta más en un racismo embozado que en el análisis respetuoso de la interacción cultural”.[37] En Gómez Pérez y Bautista hay una propuesta formal como recurso estético que se aleja de la tradición oral, lo que permite hablar de nuevos sistemas poéticos. Vemos una libertad de configuración de sentidos como exigencia de la propia experiencia estética, dado que, como han dicho Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno: “Las literaturas todas requieren de una tradición y se la construyen, se la inventan. Ese es el sentido de la literatura, del arte, de la creación: crear la encrucijada de su sentido, origen y futuro y convocar desde ella a sus cultores, sus consumidores”.[38]

Esta convocatoria a la escritura ha tenido respuesta en el género de poesía. Mariano Reynaldo Vázquez López (1974) se suma con su libro Nichim vayichetik = Orquídea de sueños (unemaz, 2006). Originario de Zinacantán, investigador y lingüista en el celali, como miembro de la Unidad de Escritores Mayas-Zoques, Vázquez López se enfoca en la vida cotidiana de un pueblo tsotsil, reflexiona sobre la lengua, la vida y el amor.

Poemas desde un canto celebratorio, en Orquídea de sueños incluso encontramos textos que aluden a otros artistas, como al pintor Xun Gallo de Chamula. Algunas veces repite fórmulas de los rezos, paralelismos sintácticos y de sentido. Sin mayores complejidades busca explicaciones a sus dudas, el sentido de un lugar topológico, el nombre de un paraje, la transformación de las fiestas. Otras veces experimenta un nuevo ritmo, explora otras posibilidades metafóricas: “Pixon ta yunen nich ave/ ak’on ta yo’on ach’ulel (Enciérrame entre los pétalos de tu boca./ Déjame recluido en el corazón de tu alma)”.[39] Incluso, en ocasiones, estos versos se vuelven un canto al cuerpo, a la forma y belleza femenina; versos que juegan con el sentido del amor y el erotismo: “Sakub ti osile,/ teon xchi’uk vo’ot/ chich’ ts’unel nichim,/ ta jmukbetik yibel ch’ielal. (Y amanece,/ estoy dentro de ti/ plantando flores,/ sembrando raíces)”.[40]

Vázquez López sería el primer poeta en tsotsil que explora la sensualidad, el sentimiento y el erotismo. Son acercamientos, balbuceos, tal vez. Habría que entender que, si bien los poetas ahora viven e interactúan con otras culturas más abiertas, en general vienen de una cultura llena de tabúes, de creencias y tradiciones arraigadas a una divinidad que castiga, que vigila. El caso de Vázquez López es un claro ejemplo de contacto con otras formas de vida y, desde luego, de expresión artística.

Vázquez López, como en el caso de los narradores, no ha vuelto a publicar después de su primera obra. Lo cual no significa que ya no escriba. Actualmente funge como instructor de poesía en los diplomados y talleres que imparten en la unemaz. Queda esperar de él, sea cual sea su mirada actual, otra obra que alimente su quehacer artístico y de la poesía en general.

Mientras tanto, otro poeta viene a cantarle al mundo. Raymundo Díaz Gómez (1957), originario de San Juan Bosque, en 2005 se hizo acreedor del séptimo premio de poesía Pat O’tan. Con este reconocimiento publicó su libro Snich tsantselav (celali, 2007). Díaz Gómez ya había publicado un poemario en Jowil yaxinal = Delirio de sombras (2003) en donde, alejado de las formas tradicionales de la oralidad, se centra en los problemas sociales y políticos: emboscadas, asesinatos y masacres, una violencia generada por una política opresora: “Jo’on xoktonun/ yibelun mol tulan te’:/ ich’vokol oyun. (Soy chiapaneco/ raíz del roble árbol:/ soy torturado)”.[41]

Snich tsantselav, en cambio, tiene una primera particularidad: está publicada únicamente en tsotsil. Es el primero, y único libro publicado hasta ahora, que no incluye una traducción al español. Como postura autoral, Díaz Gómez elige no presentarse a la llamada “escritura bilingüe” o la “autotraducción”, según el ojo con que se mire. El libro está cerrado a lectores que no dominan el idioma. Para efectos de esta mirada y muestra, ofreceré una traducción al español de los versos, estrofas o poemas que cite.

Snich tsantselav (Fulgor de relámpago) contiene una búsqueda temática y formal en torno al hombre, la naturaleza, la vida/ muerte y al amor. En general, encontramos versos con una expresión poética llena de fuerza, dirigidos a la poesía, a la mujer, incluso una declaración de amor: “Kelom:/ tsakbun jyomuk snichimal vinajel,/ jopuk xnich sk’ak’al jch’ultotik,/ ja’ sjelobil ku’un ti xnichimal avo’ntone. (Novia:/ acepta este ramo de cielo,/ este puñado del calor del sol,/ eso te ofrezco a cambio de tu corazón)”.[42]

Leemos poemas que se dirigen a los conjuros, al don que una abuela tiene para curar el ch’ulel = espíritu o aves que anuncian la muerte. En esta sección el autor desarrolla con mayor potencia su voz lírica, tal como vemos en el poema “Jlabtavanej mut” (“Pájaro agorero”), con los siguientes versos:

Kuxkux:
Ts’anal xojobal jch’ulme’tik ta asat,
meybilot ta xojobal muk’ta k’anal
chak’eojinta svok’ebal ach’ k’ak’al.
Kuxkux:
Ti avi ak’ubale chak’eojinta jlajel,
chap’ijubtasbun jol ko’nton,
yu’un chixpix ta stsotsil sjol ti me’ ik’alo’e,
yu’un chixjach’un ta balumil ti me’ k’inabale,
yu’un oy buch’u chvil muyel
xch’ulel ta vinajel ti ok’ob cha’eje.
Kuxkux:
Chavij komel xch’ich’el lajelal xchi’uk ti ak’eoje

Tecolote:
la luz de la luna inunda tus ojos,
el brillo de la gran estrella te abraza,
cantas el nacimiento de un nuevo día.
Tecolote:
Esta noche cantas mi muerte,
despiertas a mi mente y mi corazón,
el torbellino me envuelve con su cabellera,
los gusanos del mal tiempo resbalan mi camino,
hacia el cielo volará
el espíritu de una persona mañana o pasado mañana.
Tecolote:
Riegas con tu canto la sangre de la muerte.[43]

La construcción estética en este poema es inteligente y hábil, imágenes y metáforas trastocan al lector, la atmósfera del conjuro y el aliento de la muerte envuelven el sentido del poema.

En este libro Díaz Gómez trata de nuevo la muerte de conocidos, amigos que fueron ultimados por un grupo opresor. Frente a la tortura, muerte y dudas, al poeta le queda cantar, escribir; que la poesía hable, transmita los desacuerdos y los deseos. Díaz Gómez es sin duda una voz fresca que renueva la poesía recién comenzada que busca fortalecerse con elementos propios de la cultura y de la lengua. Queda seguir los pasos de este autor, en espera de que dé a luz una nueva obra.

La segunda escritora en tsotsil es Enriqueta Lunez (1981). Nacida en Chamula, es miembro actual del Sistema Nacional de Creadores de Arte en poesía. En 2007 presentó su libro Yi’beltak ch’ulelaletik = Raíces del alma, publicado en Hermosillo por el Instituto Sonorense de Cultura. En 2008 su obra Tajimol ch’alelaletik = Juego de nahuales se incorporó a las bibliotecas públicas de la sep a través de Los libros del Rincón, con una reproducción mayor a los treinta mil ejemplares.

En Tajimolal ch’ulelaletik la poeta desenvuelve su habilidad de creadora, pues intenta distanciarse de las formas de la oralidad cuestionando la relación nahuales-hombres, conjuros y presagios que no siempre generan bienestar. En algunos poemas, el sujeto poético titubea con los entes y dioses de la creación, con la vida y la minúscula presencia del hombre y sus dudas en este mundo ante el universo.

El sujeto poético pone en duda el quehacer literario pues, al parecer, un dios maligno implanta la soberbia o la duda en algunos creadores: “Li vinike/ xch’unoj ti ja’ smeltsanoj nichim k’opetike,/ mu jechuk, li k’opetike ja’ spasojik jkuxlejaltik/ yo slekilal xchopolal./ K’alal ta jts’ibtatik k’ejimolal k’opetik/ jipoj jbatik ta xi’elal./ Oy bak’intik mu o no’ox jch’untik/ li k’usi ta jtatik ta ts’ibtaele (El hombre/ se siente creador de la poesía,/ sin embargo, es ella la que nos crea/ con sus dioses buenos y malos./ Escribamos versos y cantos/ sumergidos en el espanto./ Hay días en que uno no cree/ en lo que escribe)”.[44] En esta obra es apreciable el juego con el lenguaje, cada poema es una síntesis de reflexiones e ideas mediante la experiencia estética. Si bien su mirada gira en torno a seres mágicos y malignos, no es así en su segundo poemario Cantos de luna (Pluralia ediciones, 2013). En este libro cambia el tema y forma de abordar su poesía. En lo concerniente al contenido, además de una aproximación al erotismo, gran parte de los poemas evocan aspectos sociales donde la mujer es el sujeto poético. Con un lenguaje a veces aparentemente sencillo, la obra apuesta por una transgresión formal de la tradición oral.

En Cantos de luna hay un claro distanciamiento y ruptura de la oralidad. El lenguaje escrito ocupa un papel fundamentalmente estético. El dominio de la escritura se convierte en una herramienta de poder para la autora. Así podemos leer poemas con una voz contundente que sobrepasa la voz callada de la mujer ante la actitud dominante del hombre: “Li’e, jtoy xa jsat:/ xu’ jtubta abi/ jtenotbal ta ton/ bi’iltasot ta sni’ jk’obtak/ bat jchonbe ach’ulel yajval vo’/ xu’ jmilot./ Jeche’ ta jnop/ malxa li k’ak’ale. = Altiva apunto:/ que puedo escupir tu nombre/ apedrear tu cuerpo/ señalarte con el dedo/ vender tu alma al cenote más profundo/ y matarte./ En vano es el pensamiento/ cae la tarde”.[45]

Cantos de luna es la obra que hasta el momento ha tenido una intención de mirar y cuestionar el papel de la mujer ante el hombre anclado en una cultura machista, tradicionalmente controlada por una política de derecha. En Chamula, junto a Angelina Suyul, de quien haré mención al final de este documento, son las únicas mujeres que por el momento destacan en el campo literario.

Un poeta que viene con un estilo diferente es Manuel Bolom Pale (1979), originario de Huixtán, Chiapas. Actualmente miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en poesía, en 2007 cursa el Seminario de Análisis y Composición Literaria, impartido por José Antonio Reyes Matamoros y Waldemar Noh Tzec, en el celali. Parte de su obra está publicado en Xpulpun sbek’tal jch'ul me’tik = La luna ardiente (2009) y en Ma’yuk sti’ilal xch’inch’unel k’inal = Silencio sin frontera (2011), éste traducido al inglés en Chiapas maya awakening (Oklahoma, 2017).

Docente de la Universidad Intercultural de Chiapas, Bolom Pale ha publicado dos libros de poesía: Svaech mutetik = Sueño de pájaros (La máquina infernal, 2015) y Sk’inal xikitin: k’opojel yu’un nupunel = Fiesta de la chicharra: un discurso ceremonial para matrimonio (Secretaría de Cultura, 2017), con este último obtuvo el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas en 2016, el primero en traer este premio, otorgado a nivel nacional, a Chiapas.

Con el libro Sueño de pájaros, resultado del trabajo de titulación de la maestría en Producción Editorial de la uaem de Judith Santopietro, Bolom Pale indaga una poética de la naturaleza con un lenguaje que sintetiza imágenes del cosmos, de las aves, del silencio y del vacío. Nos encontramos con un sujeto poético que percibe y reflexiona sobre su entorno: “Te sip’sun chich’ ik’/ ta sba balumil ti okotse. (La respiración de una lagartija/ no era el único ruido/ de la superficie)”.[46] El sujeto poético, además, dialoga con entes sobrenaturales, presentes en una dimensión de la realidad, en esa multidimensión en donde un hombre tsotsil sabe que convive con otros entes espirituales, a veces en armonía, a veces en conflicto.

Con el segundo libro, Manuel Bolom Pale hace un cambio tanto en el contenido como en el aspecto formal. Sk’inal xikitin = Fiesta de la chicharra recrea un discurso oral para matrimonio. Sin aventurarme a un análisis de este discurso, el poemario muestra el carácter ceremonial del hombre, su dependencia con los dioses. Pero además el hombre no domina in se ni per se el lenguaje poético, lo invoca. Para pedir la pareja del hijo, no será posible sino a través de un canto, de un buen desenvolvimiento en el arte de versar, en el arte de “encantar”. Una difícil tarea que exige un suplicio, una preparación y necesidad de la intervención cósmica y ctónica a través de la cueva.

El apartado de la obra donde el joven habla a sus padres es el más sobresaliente. Una petición acompañada de ternura y erotismo, recurriendo a la tierra como condición mítica del hombre en el Popol Vuh: “…ta jk’anboxuk vokol chba jk’antik ti kajnile/ ti sbek’tale xkolaj k’uchel balamil/ ti jbek’tale xkolaj k’uchel ach’el/ k’usi stu’ ku’un lum ti me muyuk ku’un ti sbek’tale/ k’usi stu ku’un lum me muyuk jbek’tale/ k’usi stu jbek’tal ti me muyuk sbek’tale (…les ruego que me pidan a mi futura compañera/ porque su cuerpo es de tierra/ de qué sirve la tierra sin su cuerpo/ de qué sirve la tierra sin mi cuerpo/ de qué sirve mi cuerpo sin su cuerpo)”.[47]Desnudar la palabra en un discurso poético implica asimismo una metáfora del propio arte de la poesía; el canto no viene sólo como lenguaje sino ligado a un ente y a una iluminación.

El discurso ceremonial que Manuel Bolom Pale recrea en su poesía proviene de esta práctica ritual, cuya es lograr la unión de una pareja. El mayor logro de Bolom Pale es haberse atrevido a recuperar este canto de la memoria de quienes ya no practican este discurso, plasmarlo en papel creando un nuevo ritmo, imágenes y metáforas entre el ruido del viento, entre el olor de la tierra mojada, del crujido de la hojarasca, de cada gota de agua que cae en las puntas de las hojas, de aprehender ese don del lenguaje lírico. Con Manuel Bolom Pale queda la espera de nuevos libros como resultado de su nueva etapa como miembro del snca.

Por último, en lo que va de esta segunda década del siglo, la tercera mujer que escribe poesía es María Concepción Bautista Vázquez (1977), quien en 2017 publica su primer libro de poesía, Xch’ulel osil balamil = Espíritu de la naturaleza (celali). Originaria de San Cristóbal de Las Casas, nacida de padres provenientes de Huixtán, Concepción Bautista cursó diplomados y seminarios de creación literaria. Primeros trabajos suyos aparecen recopilados en Ocho voces (Coneculta, 2004) y Ma’yuk sti’ilal xch’inch’unel k’inal = Silencio sin fronteras (2011), la segunda también traducida al inglés en la versión Chiapas maya awakening (Oklahoma, 2017).

Concepción Bautista, también pintora, entabla una conversación con la naturaleza y los elementos que rodean al sujeto lírico: el viento, el mar, los árboles, pájaros agoreros que presagian la muerte, algunos de los temas que trata. Sin complejidades formales, su poesía se repliega a la oralidad y a un paisaje lárico. Es tal vez lo que Morales Bermúdez había planteado como la tradición poética permanente, imposible romper para algunos poetas.

Esta imposibilidad de la ruptura también la hemos visto con Bolom Pale que traslada, con cierta libertad, un discurso eminentemente oral. ¿Será éste el camino que toma la poesía en tsotsil? Desde luego que esto también se observa en otras lenguas, el tema de lo “indígena” en la literatura es un fenómeno que responde a una política cultural en vez de manifestarse como una postura artística. Queda esperar la llegada de la nueva década con nuevas voces y, tal vez, una nueva generación que marque el rumbo de la poesía actual.

mostrar La dramaturgia: un género trágico

Nacida en Zinacantán, Chiapas, Petrona de la Cruz (1965) es la única creadora en este género. Además de actriz, actualmente es miembro del snca y cuenta en su haber más de una docena de obras de teatro. Merecedora del Premio Rosario Castellanos en Literatura, otorgado por el estado de Chiapas en 1992. Su pieza Una mujer desesperada fue traducida al inglés por Shanna Lorenz y publicada por Duke University Press; Madre olvidada fue incluida en los textos dramáticos La risa olvidada de la madre (Ediciones La Burbuja, 2005). Su libro Li svokol Xunka’e = La tragedia de Juanita (2005) está publicado por el celali. En esta obra dramática vemos la capacidad creativa de la autora para plantear un problema basado en una realidad social vivida por mujeres.

Petrona de la Cruz recrea el abuso que en muchas partes del mundo ejercen algunas personas sobre otras de menos poder o jerarquía. La obra se convierte en un fragmento de realidad que la autora conoce perfectamente. Así como no se precisa el espacio geográfico ni el tiempo en que se desarrolla la historia, la ambigüedad le otorga universalidad, una tragedia común en muchas partes y culturas del mundo. La autora parece recordar a su público que donde hay poder hay abuso y, por ende, violencia.

La obra de Petrona de la Cruz plantea un problema humano, el abuso de poder. Una historia en dos actos, diálogos breves, pocas acotaciones, una capacidad de síntesis que atrapa a cualquier lector y, sobre todo, la atención del público. La evolución dinámica del drama hace que la obra logre una tensión de principio a fin.

mostrar El ensayo: una mirada desde dentro

Según afirmaba Carlos Montemayor en su investigación sobre el cuento y el ensayo, “a menudo se confunden en ciertas lenguas, ya que el cuento es considerado como la información cultural, religiosa, histórica o geográfica que posee una comunidad o una región”.[48] Como he mostrado en los apartados anteriores, los escritores actuales han profesionalizado su quehacer literario. Hay una mayor claridad, incluso propuestas, sobre la forma actual de un cuento y de un ensayo.

En este género Manuel Bolom Pale ha obtenido el Premio de Ensayo Pueblos y Palabras (2005), convocado por el celali y el Premio de ensayo al arte indígena de Chiapas y medalla al mérito académico (2016). En 2010 publicó el libro K’anel: Funciones y representaciones sociales en Huixtán, Chiapas (Sna Jts’ibajom).

Bolom Pale propone indagar un concepto en tsotsil: el k’anel. Si bien sitúa su estudio en el pueblo de Huixtán, la noción que estudia es compatible en la cultura tsotsil y tseltal. La importancia de este libro, apoyado en la investigación occidental, es la voz de los ancianos y personas que viven dentro del municipio. El k’anel, anota el autor, “es una forma de sentir, es una forma de ser, es un modo de vida que se construye con el caminar de los días, de los tiempos y a lo largo de toda la existencia del ser humano”.[49]

El autor también reflexiona sobre el ch’ulel, otro concepto complejo, resbaladizo en su definición al español cuando se le trata de equiparar con nociones occidentales como el espíritu, alma, u otros entes metafísicos. Desde su acepción subjetivo social, el ch’ulel “se adquiere mediante el proceso que el individuo madura, es decir, el Ch’ulel es la constitución del sujeto, así como también la condición de la experiencia, ya que posibilita el florecimiento y madurez de conciencia humana para su convivencia cotidiana con la totalidad”.[50]

Otro creador que cultiva el ensayo es Enrique Pérez López, quien además de ser uno de los primeros narradores, publicó poesía ensayando formas occidentales como el soneto, además su trabajo se profundiza en la investigación sobre la cultura tsotsil y tseltal. En su trabajo reciente Riox: discurso ceremonial tsotsil de Chenalhó (2017), Pérez López se acerca más al concepto de ensayo, con el propósito de analizar y reflexionar sobre un concepto como el Riox. En términos formales, la obra ofrece dos experiencias de lectura: la primera es una investigación que Enrique Pérez López desarrolla sobre un discurso tsotsil, enunciado por Vicente Vázquez, un paxon; y, la segunda, es Vicente Vázquez quien pronuncia un discurso, registrado en un audio, transcrito y traducido al español por Pérez López, quien incluye a manera de introducción un ensayo que analiza la forma y el contenido del riox al inicio de la obra. ¿Por qué no hablar de una coautoría con un ak’ riox (discursante) y un estudioso de este discurso? En ambos casos lo que resalta de este trabajo es el acercamiento teórico que establece Pérez López, apuntando hacia un estudio retórico, sobre el riox.

La intención del autor no es nada menor. Pérez López eleva a concepto estético una práctica discursiva. El tipo de discurso literario que propone en su libro crea la pauta para un estudio estilístico, tales como la estructura cíclica y helicoidal que, en términos de tiempo, el riox “tiene un principio y a partir de ahí se construye, avanza, repite momentos y vuelve a comenzar en un punto, con otros actores que se van eslabonando; se repite la estructura cíclica no sólo de la palabra sino del tiempo y del pensamiento”.[51] El riox se compone en gran parte de metáforas, pero también de un ritmo y musicalidad dentro de una función “espiritual, religiosa, moral, filosófica y psicológica, destinado a seres terrenales, es decir, a los hombres y mujeres portadores de cargos”.[52]

El libro de Pérez López puede convertirse en una preceptiva, o bien, en términos estéticos, en una retórica en tsotsil. La revisión de conceptos que tenemos dentro de nuestros discursos, en algún momento, nos permitirán generar un estudio de las prácticas y creaciones poéticas y narrativas. Es por ello que Riox: discurso ceremonial tsotsil planta un pie adelante.

De esta manera vemos que los propios hablantes del tsotsil intentan desentrañar conceptos tan complejos y abstractos como otras culturas sobre el tiempo o la nada. Si bien las definiciones son liminales, sí corresponden a un ejercicio metatextual al no quedarse únicamente en la descripción, sino en la búsqueda y problematización de nociones que hasta la fecha no se habían planteado.

mostrar Conclusión: comentarios finales al panorama

Como se ha mostrado, desde 1996 la escritura en tsotsil ha adquirido una faceta nueva. Los autores que actualmente hacen literatura tienen una conciencia estética, una búsqueda estilística y voz propia que, en términos de creación literaria, definen un nuevo panorama en el arte y la literatura. Cabe agregar que Enrique Pérez López, Nicolás Huet Bautista y Alberto Gómez Pérez son actualmente asesores del fonca.

Como dejé constancia en la descripción de las obras, en narrativa no hay ninguna mujer que haya publicado una obra propia. Los pocos que han publicado su trabajo son hombres, pero tampoco encontramos una novela. Sin embargo, actualizando lo que habían dicho Morales Bermúdez y Zúñiga Zenteno con respecto de la narrativa, los autores mencionados muestran claramente “el juego libre de la imaginación”, “tratan cuestiones de la actualidad”,[53] de historias recientes, con libertad formal que generan efectos de impresión en el lector. Si bien hasta la fecha no ha aparecido un nuevo autor u obra narrativa en esta lengua, no hay que perder de vista a Roberto Pérez Sántiz, de Chamula y miembro del snca en narrativa desde 2015, quien, con trabajos inéditos, incursiona en el género de novela.

En cambio, en poesía vimos a tres escritoras, dos de ellas también miembros del snca. Otra poeta que está en proceso de publicar una obra propia es Angelina Suyul, becaria en dos emisiones por el fonca. Incluida en la antología Sbel sjol yo’nton ik’ = Memoria del viento (unemaz, 2006), junto a dos hombres de Chamula, su poemario “Mujeres de mi presente” gira sobre la vida cotidiana y la condición de ser mujer.

En el género de ensayo vale la pena mencionar un trabajo reciente, K’u yelan jelem xch’iel stalel bats’i vinik antsetik sjol yo’ontonik ach’ jch’ieletik = Trascendencia de la identidad tsotsil: miradas de una nueva generación (celali, 2016). Este libro reúne seis ensayos en tsotsil y español, de autores como el narrador Roberto Pérez Sántiz, el sociólogo Antolín Diezmo Ruiz, el antropólogo y poeta Andrés López Díaz, la lingüista Margarita Martínez Pérez, la socióloga y antropóloga Norma Guadalupe Pérez López y el narrador y lingüista José Alfredo López Jiménez.

Conceptos como el svu’el, el vula’al, el k’ejoj, entre otros, son nociones propias que discuten desde la lengua tsotsil, la cultura y la identidad. Queda esperar que alguno de ellos desarrolle un trabajo más profundo y amplio, pues además todos ellos son o han sido profesores de alguna universidad del estado y del país y han participado activamente en congresos y conferencias a nivel nacional e internacional. Por último, en dramaturgia la única mujer que escribe y actúa permanece activa, pero hasta la fecha ninguno más ha dado señales de continuar esta línea de trabajo.

Con todo lo visto, quedan abiertas otras posibilidades de lectura y de interpretación. Sobre esta literatura, como en todos lados, los lectores son los que definirán las obras. Sin lectores no hay literatura. Si escritores no hay lectores. Hasta aquí queda este panorama, un arte que está construyendo su horizonte.

mostrar Bibliografía

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