1946 / 04 sep 2017 15:16
El padre Agustín Castro, a quienes conocemos como humanista, poeta y hombre universal, había trazado el plan para una historia de la literatura hispanoamericana que dejó en los comienzos. La tarea de inaugurar tales estudios estaba reservada a José de Eguiara y Eguren. Éste, con intención polémica comparable a la del joven Marcelino Menéndez y Pelayo cuando salió en defensa de la ciencia española, se enfrenta con el deán alicantino Manuel Martí, quien se dejó decir que en América —y singularmente citó a México— todo era ignorancia. Aunque Martí había recibido encargo de compaginar para la imprenta la Bibliotheca Hispana Vetus de Nicolás Antonio, no parece que se tomara el trabajo de consultar la Bliblioteca Hispana Nova del propio autor, cuyas constancias hubieran bastado para frenar su desatino aserto.
Eguiara y Eguren va a refutarlo. Hace traer de España una imprenta ad hoc. Emprende, en latín, su Bibliotheca Mexicana, nuestra primera bibliografía metódica, que para la descendencia de José Mariano Beristáin de Souza, Joaquín García Izcabalceta, Francisco del Paso y Troncoso, Andrade, León, Estrada, Teixidor, Valle, etc., e inicia los ensayos sobre la historia cultural de la Nueva España. En los prólogos o “anteloquia”, reseña las manifestaciones de la educación, las ciencias y las letras mexicanas, desde la época indígena[1]. Hay en sus páginas una exaltación que lo lleva a exagerar el elogio; pero la base documental es valiosísima y el espíritu de la obra es ya nacional.
1993 / 28 ago 2018 19:50
Conocida es la causa que determinó a Juan José de Eguiara y Eguren a emprender la redacción de su Bibliotheca Mexicana. Un día cayeron en sus manos las Cartas latinas o Epistolarium libri xii del deán de la iglesia de Alicante, Manuel Martí, y descubrió, "no sin indignación y cólera", que su autor ponía en duda la capacidad de los hispanoamericanos para el cultivo del espíritu mediante el estudio, y negaba con énfasis que existieran maestros y centros culturales en el Nuevo Mundo, donde sólo se encuentra, según Martí, "horrenda soledad... en punto a letras". "Para vindicar de injuria tan tremenda y atroz a nuestra patria y a nuestro pueblo", dice Eguiara, ocurriósele componer una Biblioteca Mexicana que diera noticia de los españoles e hispanoamericanos que en la América septentrional se hubiesen distinguido en las tareas que él llamaba literarias. Para imprimir su trabajo hizo traer de España un equipo de imprenta que montó en la Ciudad de México, y de allí salió, en 1755, el tomo primero y único de su ambiciosa obra que contiene 782 fichas de personas e instituciones culturales de la Nueva España. Este catálogo tiene, al lado de sus méritos evidentes, no pocas arbitrariedades que hacen difícil su aprovechamiento. La obra está escrita en latín y aparecen traducidos a esa lengua no sólo los nombres de sus autores sino también los títulos de sus obras. "¿Quién que no esté algo versado en nuestra literatura –se preguntaba con razón García Icazbalceta– ha de conocer, por ejemplo, la Grandeza Mexicana bajo el disfraz de Magnalia Mexicea Baccalauri Bernardi de Balbuena?" Por otra parte, Eguiara dispuso su catálogo, como era tradición, por los nombres de pila de los autores, en lugar de disponerlo por sus apellidos, circunstancia que añade una dificultad más a la consulta de su obra. Pero, afortunadamente, el autor de la Bibliotheca Mexicana pensó que, dadas las circunstancias en que aparecía su trabajo, necesitaba de algunas explicaciones preliminares y puso al frente de él un extenso prólogo, o Anteloquia, dividido en veinte partes. Impulsado por su propósito de refutar las opiniones del deán Martí, Eguiara acabó por escribir una brillante apología de la cultura mexicana desde la época prehispánica hasta sus días. En la mayor parte de este prólogo, su autor acopia los testimonios que, sobre diversos aspectos de nuestra cultura, habían emitido un número considerable de escritores de todas las nacionalidades, pero, al mismo tiempo, va trazando el esbozo de una historia crítica de la cultura mexicana llena de valiosos datos y de juicios, si muchas veces exaltados por el mismo ardor panegirista, reveladores del surgimiento de una conciencia nacional que sabía defender los fueros de la cultura propia.
1. Juan José de Eguiara y Eguren, Bibliotheca Mexicana sive eruditorum historia virorum… Tomus Primus, Exhibens Litteras A B C, Mexici, Ex Typographia in Aedibus Authoris editioni ejusdem Bibliotheca destinata, mdcclv. Agustín Millares Cario tradujo al castellano los Prólogos a la Biblioteca Mexicana, México, fce, 1944, con notas, un estudio biográfico y la bibliografía de Eguiara.
2. Manuel Martí [Cartas latinas], Epistolarum libri xii: Accedit de animo affectionibus líber, Mantuae Carpentanorum, apud Joannem Stunicam, 1735.
3. Prólogos a la Biblioteca Mexicana, op. cit., p. 56.
4. Idem.
5. Ibid., p. 58.
6. Ya en 1747, Eguiara y Eguren, con el auxilio de algunos de sus discípulos, había logrado reunir datos acerca de dos mil escritores, y en sus últimos manuscritos, dejó dispuesto su catálogo hasta la letra J. No logró publicar, sin embargo, sino el tomo primero que comprende las letras A, B y C. La Universidad de Texas, actual poseedora del manuscrito inédito del resto de la obra de Eguiara, prepara una edición de él.
7. Joaquín García Icazbalceta, "Las 'Bibliotecas' de Eguiara y Beristáin", Obras, vol. ii, Opúsculos varios, ii, México, Imp. de Victoriano Agüeros, México, p. 131.
Bibliógrafo, eclesiástico, teólogo y catedrático universitario novohispano. Nació en la capital de la Nueva España el 2 de febrero de 1696 y murió en la misma ciudad de México el 29 de enero de 1763. Hijo de Nicolás de Eguiara y Eguren y de María de Elorriaga y Eguren, ambos originarios de Guipúzcoa (España), fue destinado a temprana edad a la carrera eclesiástica. Ingresó como colegial al Seminario de San Ildefonso y posteriormente al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús, donde obtuvo el título de clérigo de menores. En la Real y Pontificia Universidad estudió Artes, Filosofía y Teología; se tituló de bachiller en Artes el 28 de enero de 1709 y de bachiller en Teología el 29 de abril de 1712. Entre 1713 y 1722, fue catedrático en la misma Universidad como sustituto de Retórica, Prima de Teología y Prima de Sagrada Escritura.
En 1720, inició sus relaciones con el cabildo de la Catedral Metropolitana de México, donde desempeñó importantes puestos. En 1723 y 1724, consiguió las plazas en propiedad en la Real y Pontificia Universidad de México de las cátedras de Vísperas de Filosofía y Vísperas de Teología, y fue conciliario de la universidad y examinador sinodal del Arzobispado. En 1738, se le adjudicó por oposición la cátedra de Prima y en 1749 fue electo, por mayoría, rector de la Universidad. Dos años antes, en 1747, por consulta de la Cámara de Indias, el rey Fernando vi le había confirmado la magistralía de la Catedral Metropolitana.
Por real decreto del 30 de septiembre de 1751 fue nombrado obispo de Yucatán. Sin embargo, rechazó este nombramiento por motivos de salud, además de hallarse inmerso en la elaboración de su Bibliotheca Mexicana, obra que dejaría inacabada y con la que pretendió sistematizar la producción literaria y científica de México desde antes de la Conquista hasta la fecha de su publicación (1755). En 1757, fue designado tesorero de la Catedral de México y promovido al cargo de la maestrescolía de ésta y en 1759 pasó a ser titular de la Chantría. Murió en 1763 y sus restos se depositaron en la Catedral Metropolitana.
La obra magna de Eguiara y Eguren, la Biblioteca Mexicana, escrita en latín, pretendió compilar los datos de los sabios de distintas ramas nacidos o radicados en la Nueva España, datos precedidos por varios prólogos denominados por el autor “Anteloquia”, que tradujo y anotó Agustín Millares Carlo en 1944. En vida del autor sólo se publicó el primer volumen, que va de la letra a la c, aunque el manuscrito llegó a la letra j. Otras de su obras son la Vida del venerable padre don Pedro de Arellano y Sosa, sacerdote y primer Prepósito de la Congregación del Oratorio de México (1735); Selectae dissertationes Mexicanae ad scholasticam spectantes theologiam tribus tomis distinctae (1746); y María Santísima pintándose milagrosamente en su bellísima imagen de Guadalupe de México saluda a la Nueva-España (1757).