Más de medio siglo había de transcurrir para que alguien decidiese continuar la obra que Eguiara y Eguren dejó en los comienzos. Cuenta García Icazbalceta que, encontrándose en Valencia el entonces joven estudiante poblano José Mariano Beristáin y Souza, "leyó por primera vez el tomo de Eguiara, y creyendo que la obra estaba completa, diose a buscar los otros, hasta que don Gregorio Mayáns le desengañó de que no había más, ni aun estaba concluido el manuscrito". Desde entonces resolvió proseguir hasta el fin aquel trabajo. Mas cuando tuvo tiempo y medios para llevarlo a cabo, acertó a comprender que era necesario variar el plan original de la obra, redactarla en castellano y modificar el sistema de ordenación que seguía el tomo de Eguiara. Al fin, después de veinte años gastados en su composición, pudo salir a la luz la Biblioteca hispanoamericana septentrional. Beristáin aprovechó, como era natural, las investigaciones de Eguiara, pero logró aumentarlas hasta cerca de cuatro mil entradas que significaban un notable progreso en la investigación de nuestra cultura. Los defectos más importantes que señaló García Icazbalceta en esta obra son las alteraciones y reconstrucciones en los títulos de los libros y la poca mesura del lenguaje de Beristáin, que cae a menudo en expresiones violentas y aun ridículas; pero el mismo García Icazbalceta los disculpaba recordando que su autor sólo alcanzó a cuidar y corregir la impresión de los primeros pliegos de su trabajo. El hecho es que, hasta ahora, la Biblioteca hispanoamericana septentrional de Beristáin y Souza es el repertorio más importante con que contamos para el conocimiento de la cultura mexicana en la época colonial. Todos aquellos que, posteriormente, han comprendido la necesidad de una obra de esta naturaleza, no han emprendido nuevas Bibliotecas, sino que se han dado a la tarea de formular adiciones y rectificaciones a la de Beristáin. Así lo hicieron el doctor Félix Osores, José Fernando Ramírez, Joaquín García Icazbalceta, Nicolás León, José Toribio Medina, Enrique R. Wagrier y Francisco González de Cossío, con cuyos eruditos trabajos, sumados al de Beristáin, tenemos al fin un diccionario biobibliográfico de la época colonial.
1. Joaquín García Icazbalceta, "Las 'Bibliotecas' de Eguiara y Beristáin", Obras, vol. II, Opúsculos varios, II, México, Imp. de Victoriano Agüeros, México, pp. 132-133.
2. José Mariano Beristáin y Souza, Biblioteca hispanoamericana septentrional o catálogo y noticia de los literatos, que o nacidos, o educados, o florecientes en la América septentrional española, han dado a luz un escrito o lo han dejado preparado para la prensa. Imprenta de la calle de Santo Domingo y esquina de Tacuba, México, 1816-1821. Beristáin falleció en 1817 por lo que no pudo cuidar sino el primer volumen de su obra. Los dos restantes fueron impresos en 1819 y en 1821, gracias a un sobrino de Beristáin llamado José Rafael Enríquez Trespalacios Beristáin que tuvo el descuido de omitir los Anónimos y los Índices que formaban parte de la obra.
3. García Icazbalceta, op. cit., pp. 136-137.
4. La edición publicada por la Librería Navarro (México, 1947) de la Biblioteca hispanoamericana recoge todas estas adiciones y rectificaciones a Beristáin.
20 oct 2021 12:29
Bibliógrafo, escritor, eclesiástico y orador novohispano. Su nombre completo fue José Mariano Beristáin y Martín de Souza, que también suele abreviarse como José Mariano Beristáin de Souza. Nació en la ciudad de Puebla el 22 de mayo de 1756, hijo de Juan Antonio Beristáin y Lorenza Martín Romero, murió en la Ciudad de México el 23 de marzo de 1817. Hizo sus estudios en los Colegios de San Jerónimo y San Juan del Seminario Conciliar Palafoxiano de su ciudad natal y más tarde, en 1772, obtuvo el grado de bachiller en Filosofía en la Real y Pontificia Universidad de México. En 1773 viajó a España acompañando al obispo de Puebla Francisco Fabián y Fuero, quien había sido designado arzobispo de Valencia. En esa ciudad consiguió el título de Doctor en Teología. Fue nombrado por Carlos iii catedrático de esta materia en la Universidad Mayor de Valladolid; más tarde, se presentó a diversas oposiciones para canonjías en iglesias y catedrales españolas, hasta ocupar en 1788 el puesto de canónigo lectoral en la de Vitoria.
En 1790 regresó a México para ser secretario del obispo de Puebla, Salvador Biempica, pero tras fracasar en su aspiración a convertirse en canónigo lectoral de la Catedral, en 1791 volvió a España. En 1794 pudo regresar nuevamente a la Nueva España gracias al otorgamiento real de una canonjía de la Metropolitana de México. Posteriormente fue secretario del Gobierno Sede Vacante en 1800 y presidente de dicho gobierno arzobispaI en la Vacante del año de 1809; arcediano en 1811 y deán desde 1813 hasta su muerte. Además, se desempeñó como superintendente del Hospital General de San Andrés, rector del Colegio de San Pedro, prepósito de la Real Congregación de Oblatos, juez visitador del Real Colegio de San Ildefonso, abad de la Venerable Congregación de San Pedro, presidente de la junta provisional de censura de libros, comisionado por el Superior Gobierno para negocios importantes, y visitador extraordinario del Arzobispado. La Real Sociedad Vascongada lo nombró Socio benemérito y Literato; la Academia de los Apatistas de Verona, Individuo recíproco; la Real Academia Geográfico-Histórica de los Caballeros de Valladolid, Académico actual; la de las Tres Nobles Artes de la misma ciudad, Honorario y Conciliador; y la de San Carlos de Valencia, Académico de Honor. Fue uno de los fundadores y censor de Ia Sociedad Económica de la Provincia de Valladolid, donde también fundó la Academia de Jóvenes Cirujanos. En 1815 el Rey lo condecoró con la Cruz de Caballero Comendador de la Orden de Isabel la Católica.
En las letras, su obra capital, en la que trabajó durante dos décadas, fue la Biblioteca Hispano-Americana Septentrional, publicada en tres volúmenes entre 1816 y 1821. Concebida expresamente como una continuación de la Bibliotheca Mexicana de Juan José de Eguiara y Eguren, la obra de Beristáin se describe en su primera edición como “catálogo y noticias de los literatos, que o nacidos, o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa”. El catálogo consta de más de tres mil entradas sobre autores hispanoamericanos y comprende toda la época del dominio español.
Es autor también de Odas de Filópatro, ilustradas con notas históricas, poéticas y mitológicas (1782); Oración fúnebre en las reales exequias del serenísimo señor Infante de España, don Luis Antonio Jaime de Borbón, celebradas en el real sitio de San Ildefonso (1785); Diario Pinciano histórico, literario, legal, político y económico (1787-1788); Respuesta a la Gramatomaquia del doctor don Francisco Guerra, catedrático de humanidades en la Universidad de Valladolid (1787); Oración de la Real Sociedad de la provincia de Valladolid al Rey el señor don Carlos Cuarto con motivo de su exaltación al Trono (1789); Oración eucarística pronunciada en la iglesia de San Agustín de la Coruña, de resultas del naufragio de la fragata Diana (1792); Elogio fúnebre de los militares españoles muertos en la guerra contra la Francia (1794); Sermón de gracias en la solemne erección de la Estatua Ecuestre de Carlos Cuarto en la plaza de México (1797); Cantos de las Musas mexicanas en la solemne colocación de la Estatua Ecuestre de bronce de Carlos Cuarto en la plaza de México (1803); Oración panegírico-eucarística en la solemnísima fiesta con que los Caballeros del Orden de Carlos Tercero celebraron en México la instalación de la Junta Central (1809); Discurso político moral, pronunciado en la Real Congregación de Eclesiásticos Oblatos de México, sobre el amor debido a la nación española (1809); Discurso dirigido a los caballeros regidores de las ciudades de la Nueva España sobre las circunstancias del diputado de este reino a la Junta Central, para su acertada elección (1809); Diálogos patrióticos sobre la insurrección de Michoacán y otros pueblos de la Nueva España (1810 y 1811); Carta pastoral del Cabildo sedevante de México sobre la inmunidad personal de los clérigos, reos de alta traición (1811); Carta pastoral del mismo sobre la condenación del Sínodo de Pistoya (1811); Declamación cristiana en la fiesta de los Desagravios que celebraron los realistas fieles de Fernando vii (1811); El Verdadero Ilustrador Americano contra el Ilustrador Americano, que publicó en Sultepec el Doctor Cos, cabecilla de los rebeldes de la Nueva España (1812); Carta crítico-apologética al Caballero Darrington, sobre inscripciones latinas (1812); Discurso eucarístico pronunciado en la solemne acción de gracias con que el Real Tribunal de la Minería de México celebró la restitución de Fernando vii al trono de sus padres (1814); y El amigo de los hombres, Papel periódico (1812 y 1813).