En noviembre de 1578, la Compañía de Jesús organizó una de las fiestas públicas más notables del siglo xvi novohispano. El motivo fue la llegada de un conjunto de reliquias, enviadas por Gregorio xiii a México, bajo la custodia de los jesuitas. Como era lo usual, para esta celebración se mandó construir arcos triunfales y se convocó a un certamen poético:
No es exagerado decir que la poesía fue la reina de la fiesta de las reliquias: todo se inició con la proclamación del certamen poético a la vez que el punto culminante de la celebración fue la representación de la “Tragedia” [El triunfo de los santos] en cinco actos. Cuatro tardes de la octava fueron dedicadas a la representación de coloquios en cada uno de los colegios jesuitas: San Gregorio, San Bernardo, San Miguel y San Pedro y San Pablo. La premiación de los certámenes poéticos incluyó la recitación de tercetos compuestos para encomiar los particulares “méritos y talentos” de las piezas ganadoras, por un estudiante “vestido ricamente como paranimpho (al modo que en la insigne Universidad de Alcalá de Henares se usa)” y un coloquio en el que la Poesía y la Oratoria aparecen junto con la Honra, el Interés, la Justicia y la Religión.
Todas las noticias sobre esta fiesta y su justa literaria se conservan en la Carta del Padre Pedro de Morales de la Compañía de Jesús. Para el muy reverendo Padre Everardo Mercuriano, General de la misma Compañía. En que se da relación de la festividad que en esta insigne Ciudad de México se hizo este año de setenta y ocho, en la colocación de las santas Reliquias que nuestro muy Santo Padre Gregorio xiii les envió (México, Antonio Ricardo, 1579). Este escrito es una detallada relación del acontecimiento, escrita por Pedro Morales, maestro de teología moral y derecho canónico del Colegio de San Pedro y San Pablo, para –como lo indica el largo título– informar al General de la Compañía sobre la llegada y recibimiento de las reliquias.
Se sabe que la justa constó de cinco certámenes, esto es, cinco concursos diferenciados por los temas a tratar (todos relacionados con el gran tema de las reliquias) y por las formas métricas a seguir. El padre Morales no consigna los nombres de los poetas ganadores de los certámenes,pero sí traslada algunas de la composiciones ganadoras. Las hay en castellano, latín y toscano, todas de temas religiosos, en metros y formas tradicionales (villancicos, romances, ensaladas y glosas) o bien a la manera italianizante (canciones, sonetos, liras, octavas reales). En estos certámenes del siglo xvi predomina el anonimato: a pesar de la evidente abundancia de poetas, sobre el autor se privilegia la poesía en sí, marcada más por un afán reiterativo y celebratorio que creativo, una poesía que, como acertadamente señala Margit Frenk, “tiene mucho de arte colectivo”:
Los poemas se componían con arreglo a determinadas tradiciones preestablecidas, a ciertas “maneras de poetizar” ya consagradas. Cada “tradición” o “escuela” poética tenía su repertorio de formas métricas, de temas y motivos, de imágenes y metáforas, de recursos estilísticos. Cada nuevo poema constituía una recreación a base de elementos bien conocidos.
Es por esto que al relator (en este caso, el padre Morales) poco le interesa dar testimonio de los nombres de los autores, quienes quizás únicamente durante las premiaciones verían singularizado y reconocido su trabajo.
Es muy probable que a este certamen haya acudido un gran número de poetas, tanto consagrados como principiantes (fundamentalmente estudiantes de los colegios jesuitas).
1"Se trataba de 214 reliquias: 11 de apóstoles y evangelistas, 57 de mártires, 14 de doctores de la Iglesia, 24 de confesores, 27 de santas y, las más preciosas, una espina de la corona de Cristo y un trozo de lignum crucis…” (Carta del Padre Pedro de Morales, 1579, ed. B. Mariscal, México, El Colegio de México, 2000, p. xx).
2Ibid., pp. xxv-xxvi.
3Se sabe, por ejemplo, que Fernán González de Eslava participó con una glosa “A un verso dificultoso: Espina que en la cabeça”, composición que no fue premiada (Margit Frenk, Villancicos, romances, ensaladas y otras canciones devotas, México, El Colegio de México, 1986, pp. 334 y 413-414). Según consigna Beatriz Mariscal (op. cit., p. xxvii) en el Cancionero de jesuitas, manuscrito recopilado en el último cuarto del siglo xvi, aparecen copiadas las cuatro glosas al mismo verso, que el padre Morales no incluyó.
4Cf. supra, pp. 20-21, las anécdotas al respecto de Fernán González de Eslava y de Bernardo de Balbuena.
5Op. cit., p. 50.
6Como se verá más adelante con certámenes como el Triunfo parténico y el Festivo aparato, tal parece que el poeta como letrado socialmente valorado y admirado es más bien una figura del barroco siglo xviii: en los certámenes de este siglo ya son muy escasas las composiciones anónimas.