La fuga de la quimera se desarrolla en la ciudad de México durante el periodo que transcurre entre las fiestas del Centenario (septiembre de 1910) -pasando por la caída de Porfirio Díaz, el triunfo de la revolución de Madero y su presidencia- y la Decena Trágica (febrero de 1913) en que la violencia se reanuda, ahora en sus calles. Sin embargo, ésta no es, por mucho, una novela de la Revolución; situada en el medio aristocratizante de una urbe aún muy decimonónica, la guerra apenas la roza hacia sus últimas páginas; aunque, sí, aquí y allá concurren las ideas políticas que allí se confrontaban y los esfuerzos de asimilación al cambiante orden. La obra representa, así, el testimonio del final de una época, la porfiriana; y, tanto por su tema (los ilícitos amores de una joven esposa, Sofía, con el prometido de su hijastra, Jorge, improvisado político), como por su tratamiento, corresponde a la original literatura naturalista mexicana, nunca exenta de desvelados rasgos románticos, como Santa, de Federico Gamboa.
Carlos González Peña (n. Lagos de Moreno, Jalisco, 1885, m. Ciudad de México, 1955), integrante del Ateneo de la Juventud (con Reyes, Henríquez Ureña, Caso, Vasconcelos...), miembro y censor de la Academia Mexicana de Lengua, es bien conocido por su labor como cronista, historiador de la literatura, gramático, maestro y ensayista, sin embargo, es también un novelista importante. Entre sus obras, La Chiquilla (19079 ha corrido con más suerte (más ediciones), pero ésta, La fuga de la quimera (1919), no desmerece en nada de su hermana mayor, y posee, a más de una rica escritura y una trama interesante, un muy sabroso espíritu de época.
Aportando un cuidadoso prólogo de Emmanuel Carballo, recuperamos para nuestros lectores, con esta edición, una valiosa novela mexicana.