La concomitancia entre geografía y estudios literarios aporta un marco de representación para la producción escrita en una región concreta. Una cartografía literaria facilita el estudio y análisis de un conjunto de textos, poniendo de manifiesto las referencias espaciales, su posible traslado a las coordenadas de un mapa y el trazado de un territorio. Dentro de la metodología de investigación para este tipo de cartografías, la espacialidad es un aspecto primordial en el desarrollo y la invención literaria; desde esta perspectiva, la geografía se piensa como una fuerza activa y concreta que deja huellas en los textos, en el entrelazado de sus componentes y en las expectativas que genera en sus lectores. Los mapas en los que trazamos las rutas literarias sirven, no sólo por su función decorativa o complementaria respecto a la fuente primaria, sino como un instrumento analítico más. La imagen urbana de Ciudad Juárez funciona como un escenario de ficción que cuestiona a su referente real, en donde los personajes, tan parecidos a los residentes, ensayan su ser fronterizo sobre un plano cartográfico poblado de tensiones, críticas, alternativas y días comunes.