Con un inicio a tambor batiente y un final tan inesperado como deslumbrante, Ana María Maqueo publicó en 1989 su segunda novela, Amelia Palomino, animada por el éxito de la primera, Crimer de color oscuro (1986), también reeditada por Nitro/Press en una edición conmemorativa en 2019.
Sin embonar en el prototipo de una femme fatale, la protagonista Amelia Palomino igual está lejos de ser una víctima pasiva. Viuda, aún joven y hermosa, administra una cuantiosa herencia familiar en la ciudad de Veracruz, hasta que pierde la vida tras un atraco.
Con la investigación de este nuevo crimen, y de la mano del entrañable detective de la policía Roberto Alatorre, Ana María Maqueo no quitó el dedo de la llaga y retrató un México abatido por el terremoto de 1985, las crisis económicas, el contrabando, e inoculado con el virus temprano del narcotráfico. Insistió en su crítica hacia las grandes instituciones nacionales como el priísmo y sus políticos, la policía, la familia, la clase privilegiada; y sus usos y costumbres, como el caciquismo, la relación entre el poder y el crimen, las apariencias, la subyugación de la mujer y la belleza como moneda de cambio y herramienta de poder.
Ana María Maqueo escribió dos títulos más y luego regresó para siempre a su cátedra de Lingüística en la UNAM, pero antes quiso que el capitán Alatorre recapacitara aquí sobre su idea de justicia y actuara en consecuencia.