Los personajes monologan en el interior de los fragmentos, colocados de forma aparentemente caótica, lo que refleja la desconfianza de Rulfo para aprender el sentido cabal de la totalidad, y están inmersos en una soledad ontológica (la barra de separación del fragmento es el símbolo de la incomunicación). A través del monólogo se expresa la voz de los solitarios que configuran un canto, el canto de las voces del mundo, que están más allá de la familia, del pueblo, de la nación... son voces de la humanidad singularidades puras (incluso cuando aparentemente dialogan) en cuyo eco resuena la miseria humana, la tragedia del existir y la muerte. Y aquí reside la poesía. De ahora y para siempre.